México corrupto.
La
corrupción es toda acción que cambia de forma indebida la naturaleza de algo.
Existe corrupción en todos los niveles de la vida social. Parte de lo
individual y llega a lo general. Casi podría decirse que el ser humano tiene un
chip integrado -predispuesto- y que solo la moral y la ética que posea le harán
decidir activarlo o no.
La
corrupción es subjetiva, pues está visto que lo que para algunos está bien o es
permitido, para otros no; lo que para algunos es un caso escandaloso, para
otros solo una exageración.
La
corrupción posee un doble efecto, uno presente en el que se corrompe y que
generalmente puede satisfacer una necesidad y otro en el que lo impulsa, el que
suele beneficiarse del “servicio”. Uno no existe sin el otro. Son cual
paradoja: La simbiosis perfecta.
Esperar
pues que con 9 ideas, 9 medidas, México cambie su derrotero es por decir lo
menos, algo irrealizable.
Es verdad
que en el ejercicio público -de todos los niveles- es donde más suele
apreciarse la práctica que seguro avergüenza a los mexicanos, pero tristemente
los hace “destacar” en el mundo. No hay que olvidar sin embargo la
parodia del slogan del régimen ochentero de Miguel de la Madrid: La corrupción
somos todos.
Y es que
se corrompe el que vota a cambio de una dádiva, el que recurre al “chantaje”
de un derecho. El que acusa por interés, el que finge necesidad para
beneficiarse de una política pública, pero también el que lo ve, lo sabe y se
calla.
Se
corrompe el que dice que estudia pero ama y avala a los maestros barcos. Los
que nadan de a muertito en la academia y prefieren la presión gremial que
identificar, reconocer y trabajar en sus deficiencias. Los aviadores, los que
los protegen, los que los fomentan.
Se
corrompe el que se asume como lo que no es. El politicastro, el que juramenta
cumplir un mandato y no lo cumple; el que promete tomar decisiones en pro de
una causa y ya en el poder hace lo contrario.
Es
corrupto el que se desinteresa a drede; es corrupto el periodista que recibe
chayote, pero sobre todo “vende” su alma, su escencia y su pluma, con
tal de lograr un teóricamente “mejor estado de vida”.
Es
corrupto el patrón que pudiendo pagar más a sus empleados prefiere la riqueza
para acumular poder. El que cobra de más, el que no paga lo justo y el que no
explica a donde quedó la bolita…de dinero.
Es
corrupto quien pide a los demás amarrarse el cinturón mientras vive, sueña y
goza del dispendio que le da el poder que lo ha tergiversado. Quien ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
En pocas
palabras, es corrupto el conquistador que terminó esclavo… de lo que conquistó.
Es obvio
-por otro lado- que colocar a un “amigo” en la re-lanzada Secretaría de
la Función Pública fue el “primer” error de una estrategia que ya tenía su
signo de ¿what? cuando el mismo Presidente Peña reclamó -como pensando en voz
alta- la falta de aplausos a su idea…grandota.
¿No
midieron acaso los asesores de la casa presidencial que el nexo Virgilio
Andrade-Luis Videgaray saldría a colación? ¿No vislumbraron que la poca
credibilidad que tiene que un subalterno investigue a su jefe y padrino
político, caería con esto más rápido que una pirámide de naipes?.
Lo peor
que puede suceder ahora es que los gobernadores de los estados califiquen de la
misma forma, con gente afín -incondicional- los casos que les generen ruido.
Al final
lo que México debe tener claro es ¿qué es lo que quieren en verdad lograr las “ideas”
Peñistas? Si se trata solo de cubrir apariencias, de extinguir fuegos políticos
y revertir malas calificaciones internacionales, se está solo ante una
nueva farsa -corruptela- del Estado Mexicano.
¿Quien
no recuerda “siempre” los excesos y desvíos de entes como PEMEX y del
gobierno Foxista, a los Bribiesca y otros tantos casos más? En los asuntos mencionados las investigaciones fructificaron, se desnudó lo ocurrido. La corrupción, ni como negarlo…
las sepultó.