Pobreza.
Amén de su origen multifactorial, la pobreza no es una condición aislada, forma parte de un todo; un todo que tarde que temprano a todos afectará. No atenderla en serio, como se debe; envolverla de politiquería, maquillarla con estadísticas, negarla o minimizarla, más que una ayuda representa una dificultad.
La pobreza ha existido desde tiempos inmemorables, vencerla, erradicarla, es una meta eterna de la humanidad aunque paralelamente una utopía de nuestro tiempo. Entendiendo el paradigma, nadie se dejará engañar por los gobiernos del régimen de la “representación”. Llegará al límite de aceptar que a lo sumo, a lo que se puede aspirar, es a “controlarla”.
El fenómeno es complejo pues está asociado a la misma condición humana, a su individualidad, al deseo personal del hombre por poseer; al momento en que de motu proprio decidió hacer imposible el comunismo, optando por la acumulación de la riqueza en mayor o menor medida. Es como decíamos, algo más complicado que la simple suma de factores hecha por los gobiernos en este país.
Decir que en México, el cuerno de la abundancia no alcanza para sacar de la pobreza a 52 millones de personas -casi la mitad de los que lo habitan- suena a calamidad, a tragedia, y para nada augura cosas positivas y reales como sociedad.
Debería obligar a revisar políticas públicas pero también el quehacer de los “afectados” directos o indirectos. Los vínculos petróleo-corrupción; deserción escolar-incultura-ninis; campo improductivo-apoyos otorgados y mayor miseria en quienes lo trabajan y viven de él; políticos-abundancia y pocos resultados, se hacen obligados en el afán de tratar de buscarle la cuadratura al círculo.
El problema parece no tener fin, lo peor es que no se tiene certeza de por dónde hay que atacarlo.
El caso de Tabasco huele más feo todavía. Mientras se trata de matizarlo advirtiendo que en suelo choco la pobreza extrema se redujo en 2.1 por ciento, los datos del CONEVAL -que son los que han puesto a girar a quienes aún poseen una pizca de vergüenza- sostienen que en Tabasco la pobreza se incrementó un 3.4 por ciento, ubicando a 1 millón 283 mil tabasqueños, más de la mitad de sus habitantes, en esa condición.
Mención especial merece el comentario del titular de la SEDESOL Félix Guerra, que en su afán de “taparle el ojo al macho” presumió que el número de viviendas en tierra se redujo casi a la mitad en la década pasada, quedando aún unos 6 millones de casos por abatir y que en el 2012 –cuando se vaya por donde vino- la previsión es que no habrá… ninguna. Habrá que sugerirle al “guerrero del desarrollo social” que revise con detenimiento los municipios con mayor marginación, entre los que se encuentran algunos de Tabasco y el vecino Estado de Chiapas, por citar 2 ejemplos.
Al margen no deberán quedar ahora que resurgirán las “buenas intenciones” y los “mesías” que todo lo saben y pueden, vinculado a las sucesiones que se avecinan, los cómo de sus afirmaciones cuando se refieran al asunto. La tarea no puede dejársele a los “pobres” cuya prioridad seguirá siendo sobrevivir en la escalada de desigualdades.
Que la crisis mundial es la culpable; que el gobierno federal ha hecho lo que le corresponde; que hay avances con relación al pasado; que somos pobres pero no en escenarios extremos. Nada de eso servirá, ningún discurso alcanzará si no se hace algo distinto, para evitar que la bomba de tiempo -ya encendida- le explote en las manos a la otra mitad, que cree vivir…en la felicidad.
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