En la mira Universitaria.

Posted on 9:01 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

Flor de Líz Pérez Morales.





En los últimos días se ha escrito mucha tinta sobre lo que se está haciendo en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT). Los que hemos sido universitarios por varios años podemos ver y entender qué es lo que hay y lo que pasa en nuestra institución. Hemos aprendido a conocerla y a adaptarnos a sus tiempos y circunstancias. En los últimos años la hemos visto evolucionar y trascender en objetivos que empujan hacia acciones que llevan consigo los valores de una institución educativa, los mismos que la han avalado como una universidad de prestigio. A los que estamos aquí no nos asombra su accionar, pues hemos sido parte de este mismo quehacer; sin embargo, hacia el exterior esta dinámica parece tener otras lecturas.

Por supuesto que sobre estas bien sentadas bases, la UJAT se coloca en la mira de mucha gente que la asume desde muchas posturas; aquellas que van desde el orgullo y la dignidad de un liderazgo educativo hasta quienes colocan sus ojos en ella para apropiarse de un fulgor que no tiene nada que ver con la función educativa y social que se le demanda.

Faltan algunos meses para que su rectora, la maestra Candita Victoria Gil Jiménez deje su cargo, de la dirección de la máxima casa de estudios de Tabasco en la responsabilidad de otra gente, situación que abre interrogantes y escenarios que no se tornan fáciles de leer, no para saber quién llegue, sino para comprender lo que la misma institución exigirá en paralelo de los rumbos políticos que tomará la decana.

Lo hecho por esta mujer en la universidad la coloca como una protagonista con cabal experiencia en la gestión, conocimientos en la conciliación y como estratega de procesos educativos, particularmente del empleo de los recursos, personalidad y aspectos que se convierten en resultados que para quienes los sepan mirar serán aprovechables en diversas contiendas políticas, es decir, Gil Jiménez no se va de la universidad, por el contrario la universidad brinda una universitaria cuya labor abre otras posibilidades de actuación, incidencias que seguramente en un futuro inmediato deberán ser advertidas. Esto mismo plantea otro aspecto significativo: ¿Qué va a pasar en la UJAT después de ella?

Evidentemente la Universidad queda respaldada y encaminada en su propia labor académica, la que hoy presenta, y que se muestra en una infraestructura que se acompaña con los tiempos actuales. Su rango de legitimidad es reconocida por la solicitud de aspirantes que desean identificarse con la institución; el crecimiento de los espacios y programas que han sido producto de actualizaciones y renovaciones constantes; la pujanza sobre otras estructuras y formas de organización que prevén el futuro de la institución. Las transformaciones se miran de otra manera, con el trabajo fuerte de una comunidad que demandará mejores resultados, simplemente porque el trazo ya está dado.

Todavía falta mucho por hacer. La UJAT ahora mismo debe encauzar su labor para superar otras barreras; debe fortalecer su quehacer con todo aquello que sea sinónimo de aprendizajes, de impulso al conocimiento, de proyectos de investigación y vínculos con la sociedad, de participación de la comunidad en las tareas sociales, generadora y gestora de recursos, que asuma compromisos en los valores humanos y sociales, especialmente de los democráticos e incluyentes, impulsora de enfoques emergentes para la atención de necesidades urgentes. La tarea no se plantea cómoda, pues lo hecho en los últimos tiempos tampoco lo ha sido. Colocarla donde hoy está es la muestra de congruencia entre los principios universitarios y el accionar de los actores que forman parte de ella.

Por eso no es fácil hablar de la universidad, como tampoco lo será para los que no la miran con buenos ojos. Parafraseando en algo al entrañable Ryszard Kapuściński en su obra “Los cínicos no sirven para este oficio” diríamos: hay que ser un buen hombre para poder ser buen universitario*.

Si. La máxima casa de estudios principia en su propia autonomía, no como un valor sin sustancia, sino como un eje que impulsa y traduce cada una de sus acciones en un quehacer cotidiano de trascendencia.

* El autor menciona: hay que ser buena persona para ser buen periodista.

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