Neobarbarismo parido.
Flor de Líz Pérez Morales.
El grito ciudadano de “ya basta” manifestado en las calles de Monterrey, es un clamor que se emite desde las entrañas de quien ha sido herido de muchas maneras y cuya forma más elocuente de hacerse entender es que los demás escuchen. Y es que el silencio le está haciendo daño a los regiomontanos y al país. Los desórdenes vividos bajo la experiencia aterradora y barbárica de un acto terrorista, ahora mismo seleccionan muchas preocupaciones pero también apuntan a aristas que se pueden poner en la mesa de reflexión.
Lo ocurrido en Monterrey habla ya de un ciudadano desgastado, asustado e impotente que con demoledor “ya basta” toma conciencia y rechaza una cotidianidad que no es justa para nadie. Es el reclamo y la no aceptación de paliativos que no resuelven el problema. Es el mismo grito de un país que en boca de Javier Sicilia, de la familia Morlett y de Alejandro Martí, quien sentenció “si no pueden renuncien”, se convierten en clamores agónicos que declaran el resquebrajamiento social y fatalmente anuncian la impotencia.
Es notorio, para el caso, el papel que están asumiendo los grupos delictivos que significan en la criminalidad como el acto donde el valor a la vida pierde sustancia. Nada importa ya frente al espanto de colocar la muerte y el dolor como ejemplificaciones de control y dominio de los territorios sobre otros territorios. Cundir el pánico es la manera más burda de hacernos entender que la razón y lo humano no caminan para el mismo lado, por lo que es el sometimiento quien se allana en la cotidianidad para amedrentar el día a día. Es como anunciarnos que así es la nueva forma de vivir y hay que acostumbrarnos a ello.
Ese es justamente lo increíble, que aprendamos que vivir en la violencia supone una costumbre que nos debe tranquilizar. Sin embargo, no es así, y no debe de ser así. No nos debe tranquilizar saber que se puede vivir en toque de queda, en calles resguardadas con militares, con obsesiones de huir, con la inseguridad que otro acto terrorista tenga los alcances esperados. Eso no es de ninguna manera un ofrecimiento de paz para ningún pueblo o país.
Por el contrario esas son las señales que indican la forma en que se ha parido el neo-barbarismo, eso que hace crucial el descontrol de las sociedades, es el anuncio del dominio de la brutalidad humana.
¿Frente a eso se puede hacer un terrorismo de paz? ¿Acaso no es ese el planteamiento del expresidente Vicente Fox cuando dice que históricamente en este país se ha “negociado con el narco”? Esto todavía nos debe de asustar más. La situación connota por todos lados que hemos vivido en la simulación política y la aceptamos como formas convenidas porque las estructuras de gobierno no tienen capacidad para proteger a sus ciudadanos. Pero lo más grave aún es que los habitantes históricamente lo hemos sabido y no hemos hecho nada para impedirlo. El problema mayúsculo es que esa basura histórica ya no cabe debajo de la cama e inunda la casa y ahora nos ahoga a todos con su pestilencia.
¿Qué más hay después de esto? ¿Cuál es papel que debemos de asumir cuando tenemos responsabilidad de vivir en este mundo y este país? Este lugar donde nos ha tocado estar y no lo podemos llenar de “ya basta”. Señor Presidente, señores de los partidos políticos, señores congresistas, señores gobernadores y presidentes municipales, señores ciudadanos, jóvenes y niños ¿No tendríamos que ser más grande que la violencia que hoy tenemos? Comencemos por limpiar nuestra propia casa, en todos los rincones.
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