2014: Los enroques del gobierno Nuñista.
Hugo Triano Gómez.
Cuando uno piensa en cambios,
irremediablemente muestra un intención de mejorar, de componer algo, de
reorientar un sentido, de "volver por sus fueros". Nadie cambia nunca buscando estar peor.
En la administración pública la tónica
no es diferente. El "responsable" se inclina hacia la búsqueda de una
corrección de lo que no se ha estado haciendo bien o como se desea. Se insiste,
no se cambia lo que tiene a uno satisfecho. Teniendo claro esto, puede sostenerse
la idea de que los cambios de inicios de año en el gabinete de Arturo Núñez, no
tienen más argumento y justificación que la falta de resultados.
Claro que el folclor en un estado como
Tabasco exige mayores explicaciones, tratando de despejar la duda de si alguno
de los "sacrificados" fue descubierto haciendo algo irregular o raro,
versión que a más de diez días del relevo parece no tener fuerza ante la falta
de elementos tangibles o lo "bien cuidado" que ha sido el asunto.
Es preciso considerar también que
la sacudida del gabinete nuñista buscó primordialmente favorecer los
enroques, pues al final solo dos cabezas -la de Martha Patricia Jiménez y la de
Eloísa Ocampo- se "desprendieron" y aunque el mismo jefe del poder ejecutivo haya matizado su acción adelantando que "permanecerán en el
equipo", la realidad es que aún no hay plan definido para ambas al grado
de que al interior de la administración se da por hecho que las damas se
mantendrán en la "orfandad administrativa".
La connotación política, amén de la
realizada, es otra historia y resulta inevitable por la misma naturaleza del
acto.
De entrada el arribo de un nuevo ojo
visor -el de Lucina Tamayo a la contraloría- supone sin cegueras que el trabajo
de evaluación interna de la gestión estatal deberá ser "más estricta", evitando
enviar al olvido casos sonados, escandalosos por no tratarlos adecuadamente,
como el del ISSET con Agapito Domínguez, el de Sergio Guerra en la PEC y el de
Fernando Can.
Observando el relevo de Ezequiel Toledo
en el sector salud habría que recalar en la idea de que al final el doctor
Toledo fue un hombre al que las "prioridades políticas" de sus
subalternos le afectaron al grado de hacerlo sucumbir.
Y aunque para algunos era solo una
cuestión de tiempo, que Juan Filigrana y Amet Ramos hayan retornado o ascendido
a las "grandes ligas" es sin duda la realización de una aspiración
del gobernador Núñez. Nadie más que él -ni grupo político alguno- podría haber
buscado tan afanosamente los movimientos. Responsabilidad total de él, sin
deslindes posibles son y seguirán siendo los aciertos y pifias que dichos
funcionarios entreguen.
Que Ramos Troconis asuma por fin el
protagonismo que fortuita o maliciosamente le dio la oposición al nuñismo,
parece hacerle bien más que al funcionario a la administración pública, en
virtud de que el "actuar tras bambalinas" del que lo responsabilizan,
formalmente debería llegar a su fin.
Que Juan Filigrana sea visto ahora como
un hombre fuerte del gabinete también tiene su lectura y aunque bajo la tónica
política no tendría -por ahora- nada de extraordinario, la intensa seguridad en
sí mismo que ha exhibido desde su llegada al cargo, le da esa cualidad.
Y es que siendo estrictos observadores
de su lenguaje, Filigrana Castro parece acercarse peligrosamente a los linderos
del egocentrismo, ese que más allá de verbos conjugados en primera persona, ha
hecho extraviarse a más de un "talentoso" en detrimento de quienes se suponía
debían ser objeto de todos sus esfuerzos y logros. '
Por el bien del alicaído sector salud
tabasqueño, resta esperar que su nuevo titular no sucumba ante sus demonios internos,
que no haya que decir después "Que
el conquistador se volvió esclavo de lo que conquistó, que jodiendo... se
jodió".
0 comentarios:
Publicar un comentario