México reformado: De entrevistas y exhibiciones.

Posted on 11:23 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez.


Entrevistar tiene su mérito, su chiste pues. No solo se trata de sentarse con alguien para “escupir” ideas a ver qué sale. En los medios de comunicación, la exigencia ética obliga a perseguir un objetivo mayúsculo, pues a algún lugar debe llevar el encuentro a los protagonistas y a quien escucha o ve.
Una entrevista también es un riesgo, tanto para el que busca desarrollarla como para el que acepta concederla. Desnudará irremediablemente a ambos en sus capacidades y limitaciones, pero además reflejará en el caso del primero, su independencia, su valentía, de qué lado está su compromiso, si con lo social, lo ideal, e incluso el poder, por mencionar algunas posibilidades.
Requiere de los actores la mayor cantidad de información posible, que el entrevistador nunca olvide que el de “enfrente” no puede ni debe ser visto como el amigo, el colega, la deidad. Es para efectos prácticos, una fuente de información a la que se recurre convencido de que puede aportar algo sobre el asunto que se trate. En otros términos, una entrevista es una posibilidad de dar vida a la máxima de que “el periodismo no tiene nada que hacer al lado de lo que está bien”. 
Los que entrevistan necesitan carácter, habilidad para no dejarse envolver por la dialéctica seguramente “bien pulida” en su interlocutor. Idealmente el ejercicio debe ser respetuoso pero firme, aunque como se dijo -por los riesgos naturales- puede terminar en un contrasentido: Siendo intensa pero sin alcanzar sus metas. 
La exhaustividad es otra característica, que no obstante pone adicionalmente en riesgo “la pieza” cuando la audiencia no está verdaderamente interesada en el asunto o si su preocupación por el mismo no es genuina o no se tienen los elementos suficientes para la comprensión, así se trate de un asunto de trascendencia. 
Poner pues a entrevistar a las “estrellas” del principal canal de televisión abierta en el país al promotor en turno de las reformas estructurales que tanta controversia e incertidumbre han generado en México, fue tan absurdo como innecesario y solo evidenció -por si alguien lo dudaba- la extasiada relación de las televisoras nacionales con el “poder supremo”. Incluir y mantener en la élite de la comunicación a gente que no califica para ello y aventarla al ruedo, corrobora que en México muchas cosas siguen ocurriendo al revés. Que -por ejemplo- quien debiera entrevistar al presidente no puede, y que quienes pudieron, no debieron.
Casuales, informales, infomerciales, como quiera que se deseen presentar, el hecho es que los ejercicios de comunicación auspiciados por el gobierno de la república -porque así es- son desde su concepción auténticos bodrios, una nueva oportunidad perdida y una afrenta para la comunicación seria y efectiva que es por la que debiera estarse pujando en el país.
Las alternativas a este respecto no son muchas tampoco. No es imaginable la toma de instalaciones de las televisoras “en protesta” por el uso que se le dan a la concesiones del gobierno mexicano. Sí la urgencia y exigencia de la mínima dosis de seriedad a la hora de revisar asuntos. 
Queda si acaso, apelar como siempre -aunque ahora sea un ejercicio limitado, limitadísimo- a la conciencia del que escucha o ve. De ese que decide abrirle sus puertas y su cabeza a los contenidos manipulados, que hacen poca diferencia con el increíble “México unánime” padecido y sufrido de los años 70s y 80s.
¿Que México está reformado? En el marco legal “estructural”, en los discursos, en el mundo irreal no hay duda. En los hechos, en el mundo de a pie, de los normales, solo hay golpes contra la pared. Nuevas y tristes…exhibiciones.

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