Tabasco: 7 años después.

Posted on 11:08 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez. 


Cuando hace 7 años Villahermosa sufría la “más grande” inundación de su época reciente, pocos imaginaron lo que terminaría sucediendo. Lo que los tabasqueños exhibirían para bien y para mal, desde el lado de los gobernantes hasta el de los de a pie, los comunes y corrientes.
Aquellos tiempos fueron difíciles por cuanto hace a una catástrofe, aunque más si se considera que la ciudad capital fue tan vulnerada como sus principales detractores jamás habrían soñado. La agravante se hizo realidad cuando hubo elementos para fijar en el colectivo tabasqueño, la idea de que el gobierno de Andrés Granier tuvo información puntual de lo que venía y no actuó como debía.
Ya sea por negligencia criminal, por incapacidad crónica o por una indiferencia propia de los apátridas, mucho -muchísimo- se fue al agua y con ello el hambre por el dinero, el oportunismo, el agandalle y la discriminación hicieron su aparición. Tabasco llegó entonces al punto más alto de su calamidad.
Desde esa vez el discurso no cambió y lo que ocurrió con el entonces responsable de la hegemonía gubernamental es historia. Una historia sin juzgar -fehaciente y suficientemente- por cierto.
Como en su oportunidad se sostuvo, el gabán de la impunidad tendió su manto y terminó por ocultar todo lo posible respecto a la tragedia. No hubo un solo responsable físico. La deidad, la normalidad de la planicie y el pantano, si acaso.
A más de un sexenio de distancia lo que queda es reflexionar sobre las enseñanzas que dejó la catástrofe. ¿Está la entidad verdaderamente preparada para enfrentar nuevas e inevitables avenidas de agua? ¿La versión de dragado de ríos hechos y avances en obras de infraestructura de protección tiene el aval de la administración estatal, responsable primera de la seguridad de los que aquí habitan?
¿Son suficientes los 1500 millones de pesos previstos como inversión para el 2015? ¿Cómo validar la efectividad de los 12 mil millones destinados desde 2007? ¿Todo lo invertido correspondió a lo trazado, a lo necesario?
¿Realmente es considerada la opinión de la representación estatal en el manejo del sistema de presas dependiente del Comité Técnico de Operación de Obras Hidráulico Regional como tanto se peleó o tendrá que esperarse a la siguiente eventualidad para dar constancia de ello?
¿El atlas de riesgo por inundación que la CONAGUA dijo haber diseñado, es efectivamente del conocimiento del Estado y más importante aún, de los municipios? ¿Permeó a quien debe, a la gente  común? ¿Saben cómo reaccionar ante las eventualidades, son conscientes ya los tabasqueños que una evacuación no es opcional sino un protocolo que no permite opiniones o deseos de terceros? ¿Existiría -ahora sí -la seguridad en el resguardo de las propiedades de quienes tuvieran que abandonar sus casas por obligación?
¿La protección civil se adoptó de verdad tras aquello que sucedió? ¿La importancia alcanzó lo real o solo sigue figurando en los discursos y en la temporada de precipitaciones?
¿Cesaron los rellenos irregulares? ¿El ordenamiento urbano adoptó un nuevo cauce o solo sustituyó a los cómplices de las consecuencias que en adelante podrían pagarse?
¿Hoy habría más solidaridad, menos rapiña para con los afectados? ¿La emergencia estaría blindada ante los negativos efectos de la grilla que suele pervertir todo lo que toca?
Sean las que sean las respuestas a las interrogantes, lo cierto es que si la mayoría apunta a una negativa, será insostenible asegurar que se aprendió la lección y será inevitable ubicar al estado entre esas sociedades mediocres a las que le pasan cosas y siguen en las mismas, sin posibilidades reales de cambiar su realidad.
Lo peor de todo es que lo ocurrido se habrá convertido solo en un nuevo antecedente de lo que habrá de suceder... otra vez.

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