Generación NINI (El caos que se avecina)
Hugo Triano Gómez
Si bien el término podría mover a risa, en esencia la generación Nini debiera representar una auténtica preocupación.
Y es que no puede verse de otra forma, cuando son precisamente nuestros jóvenes los principales protagonistas –según la BBC de Londres- de tan poco halagador escenario.
Ser Nini pues, como ya es de suponerse no es sinónimo de grandeza, de orgullo, con todo y que pueda hablarse de ella como una corriente regional y hasta mundial .Se refiere en cambio, al conformismo que habría alcanzado ya a 7 millones de jóvenes en México, que simplemente habrían decidido, movidos por “la realidad económica y educativa del país” ni trabajar, ni estudiar.
Es de alarmarnos pues se supone que su propia condición de joven es la que tendría que estar procurando, generando, llamando a la actividad, al cambio de las cosas, de las estructuras que podrían parecer fuera de lugar, arcaicas, estancadas.
Por si fuera poco, según otras cifras y estimaciones no oficiales, la cantidad de muchachos en la condición referida seguirá en aumento y con tendencia a la violencia en aras de satisfacer sus necesidades -eso sí nunca desaparecidas- de liderazgo, de poder, no importa de qué manera
En contraparte haciéndoles “chico favor” tenemos autoridades de todos los niveles pretendiendo ocultar la realidad de las cosas sobre los factores que inciden en dicha decepción, en dicha búsqueda de los satisfactores a costa de lo que sea.
Ahí tenemos por ejemplo a una Secretaría de Educación que aquí y allá, allá y acá, sigue defendiendo a capa y espada su famosísima, falsa, poco efectiva y nunca debidamente explicada revolución educativa.
Ahí tenemos una institución que allá y acá, acá y allá, vive prendida y esperanzada a que el fantasma de los rankings, le dote de la calidad que la aleje de la mediocridad, hoy más cerca que nunca.
Ahí tenemos a los Gobiernos de allá y de acá, de acá y de allá, hablando de crisis superadas, de escenarios transformados, de metrópolis y ciudades de primer mundo existentes solo en sus mentes atrofiadas por tanto egocentrismo.
Gobiernos que allá y acá, acá y allá, huyen no solo a su responsabilidad de bien educar, si no a la de corregir por la vía legal lo que los núcleos familiares y educacionales no pudieron, muy a pesar de que faltan así a su compromiso de procurar y mantener el orden en la convivencia.
No se trata de ser pesimistas, pero ¿que futuro le espera a nuestro país con jóvenes nini, jóvenes dispersos, distraídos, engañados y hasta dudosamente influenciados? ¿A dónde iremos con medios de comunicación aplaudiendo y promoviendo realitys (Aún en México no) a favor de esta "Tribu" como si verdaderamente se tratara de algo encomiable? ¿A dónde llegaremos con jefes de familia aplaudiendo programaciones chatarra que dan al traste con cualquier intento de bien encauzar al niño primero y al joven después? ¿A dónde, si nuestros líderes (o al menos el de los jóvenes) emanan "a chorros" de este tipo de sociedades ante la falta de principios y claridad entre lo bueno y lo malo?
Decíamos que no se trata de ser pesimistas pero todo apunta a que seguiremos viendo y viviendo situaciones delictivas en la que el sector juvenil jugará un papel primordial, no solo por que haya decidido sumarse a los nini, si no por que quienes deben hacerle entrar en razón también forma parte conciente e inconsciente de su clan, pues ni son capaces, ni dan muestras verdaderas de que les interese revertir la situación.
Nomás no se sorprenda usted hombre de leyes, hombre de las instituciones, de buena fe, que la justicia por la propia mano sea de nuevo, en breve, la norma para “resolver” el caos que se avecina.