Discriminación democrática, un contrasentido. (De los nuevos derechos gay)

Posted on 15:21 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

Opinión
Iván Triano Gómez.



Quienes presumen saber y hablan de democracia, al asumir posiciones defensivas en torno a temas tabúes, pierden de vista la esencia de dicho ideal: Que todos seamos incluidos en la discusión o debate de equis asunto, y que desde luego se sea considerado en la solución concreta del mismo, a fin de no afectar derechos por medio de la omisión.

Hoy más que nunca, pensar en
contra corriente con la moda ideológica, resulta impopular; no se es crítico, sino arcaico; hay que aceptar lo inaceptable por estimarse “bueno”, “tolerante” “incluyente” o bien, “progresista”. Nada más falso.

La discriminación tan temida, con todo y las legislaciones
“progresistas” de la asamblea del distrito federal, concretamente la que permite la adopción de hijos a los nuevos géneros de cónyuges, a los del mismo sexo, existe.

En efecto, la moda política ha impuesto la creencia de que en la medida que se
“proteja” a los sectores débiles de la sociedad, se avanza en el plano democrático y social. Juicio igualmente falso.

Surge ahora, un fenómeno esencialmente sutil, casi imperceptible: la
discriminación inversa.

A quienes no comparten el denominado
“derecho” a que personas del mismo sexo adopten niños, para criarlos como hijos propios, sólo les queda opinar; sin duda el más básico y elemental derecho, pues se podrá sufrir externamente el peor de los tormentos y aislamientos, sin embargo, el espíritu será siempre libre.

No obstante, desde el punto de vista de la representación política quien no favorezca los intereses homosexuales sufre
discriminación.

Se discrimina cuando se es
ignorado, cuando se relativiza el sentir de otro, en esa lógica no es posible generar o “reconocer” derechos a partir del despojo de los derechos de terceros.

¿
Dónde quedan los derechos de quienes no comparten la adopción por parte de parejas homosexuales?, ¿Es o no fundado el temor de los heterosexuales, respecto de los productos de tales prácticas? El problema toral estriba en que concediendo prerrogativas a los presuntos débiles o “minorías” de la sociedad, se trastoca el sentir de los más, sin tomar en cuenta sus derechos adquiridos.

Esto último es
discriminación y verdadero faccionismo, al no surgir tal determinación legislativa, de un verdadero ejercicio dialéctico y mucho menos, de verdaderos mecanismos representativos.

Decisiones como la de la anexión de Austria al tercer Reich, tan recurrida como ejemplo de infundado expansionismo y totalitarismo, fueron sometidas al plebiscito; es decir, al debate público y popular, con todo y que los retractores del régimen nacional socialista minimicen tal hecho por presuntas manipulaciones.

Por otra parte, la izquierda comunista desde siempre ha atacado a la institución de la
familia. Basta con recordar los dogmas marxistas en torno a la misma.

Nada nuevo, sólo que hoy con el mundo globalizado y las buenas costumbres cuestionadas y etiquetadas como hipocresía clerical, el ataque ya es más sutil, indirecto, al fin y al cabo la resistencia ha mermado en cantidad y calidad; es más, aún y cuando tal aseveración fuera errada, las cadenas mentales son más.

En efecto, la democracia ha sembrado en tierra fértil sus propios
dogmas; es decir, aquéllas verdades incuestionables y aceptadas ciegamente, que en su momento criticó del estado nacional clerical.

De tal forma, hoy es incuestionable la
democracia misma, reducida al simple proceso electoral; echando así a la basura todo debate en torno a otras figuras que fortalecerían verídicamente la participación ciudadana, tal es el caso de la reglamentación del plebiscito y referéndum.

En este contexto dogmático democrático, se pretende imponer sin mirar a los más, a los muchos -inversamente pues- mayores “derechos” en una ley sin razón, que beneficia tan sólo a una minoría, en detrimento de los derechos de los más, por simple
ego político, por demostrar que sí se puede, por captar capital político; pero lo verdaderamente grave es que se realiza, con apoyo en una ficción jurídica parlamentaria que sin dudas no representa la voluntad de la mayoría de la sociedad defeña que muy difícilmente puede expresarse u oponerse ante la inexistencia de medios efectivos.

Ahora ya no debe ocuparnos el hecho de las uniones entre personas del mismo sexo, ni mucho menos espantarnos; ello, se trata de una cuestión y decisión muy
personal, natural o no.

Lo que debe ocuparnos es la
adopción permisible a las parejas homosexuales, sin dudas cuestionable y por ello oponible, en tanto que tergiversar el desarrollo psico sexual de niños, que por lógica aún no son aptos para autodeterminarse sexualmente, no es un asunto del orden ético, personal; se trata de una cuestión que necesariamente ha de producir efectos en terceros, en la colectividad, pues la familia nuclear es el laboratorio del futuro adulto, del futuro hombre o mujer en sociedad.

Luego, no es
dable aceptar políticas por simple moda, mientras permanecemos de brazos cruzados y callados.

Dicha moda capitalina, no tardará en extenderse al resto de la “
república” o debo concluir de ¿la oligarquía?

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