Generación NINI 2 (De los culpables)

Posted on 6:58 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios




Alberto Martínez Pérez



La falta de valores y el constante proceso de deshumanización de la actualidad, conducen irremediablemente a que las nuevas generaciones carezcan de objetivos y anhelos que le den significado a su existencia, y los lleve a comprometerse a causas equivocadas.

Las generaciones de jóvenes de los años 60s y 70s, se caracterizaron por mostrarse inconformes con las instituciones establecidas, y realizaron movimientos políticos, económicos y sociales para “revolucionar” al Estado.

Es conocido que la matanza de Tlatelolco y otros desastres políticos, fueron producto del choque entre la inconformidad estudiantil y la clase política en el poder.

Aunque muchas expresiones de inconformidad juvenil de la época fueron duramente criticadas por la sociedad en general, con el paso del tiempo dieron origen a diversas reformas políticas, económicas y sociales. La misma sociedad fue modificando su forma de pensar con el paso de los años; aquellos jóvenes se fueron convirtiendo en los nuevos Padres de Familia; ahora a ellos les tocaba educar a sus hijos de una manera distinta a la que habían sido educados.

En las nuevas generaciones podemos observar un panorama diferente; esto es, si aquellas generaciones mostraban inconformidad y deseo de “cambio”, ahora vemos en muchos jóvenes una actitud apática, que no demuestra interés en nada.

De entrada muchos jóvenes reconocen que el sistema político mexicano no funciona para el beneficio de la población, y se dan cuenta que el sistema es corrupto; que “el que no tranza no avanza”; saben de los defectos del sistema y no lo aprueban, pero tampoco hacen algo para cambiarlo, simplemente no les interesa.

Ser joven supone entrar en una etapa en la que existen infinidad de posibilidades; es darse cuenta de la realidad que y encontrar las fallas en determinado estilo de vida y del funcionamiento “nuestro” como sociedad. Es tener el alma intacta de corruptelas y pensar que se pueden alcanzar metas nobles con trabajo y esfuerzo constante.

¿Qué les hemos hecho a los jóvenes para que no quieran protestar? ¿Para que no deseen salir a las calles y gritar que las cosas están mal? ¿Para que no deseen comerse al mundo de un bocado y buscar cambiar las estructuras desgastadas, que no dan para más? ¿Para que se queden callados y no quieran exhibir lo que está podrido y malgastado en pos del porvenir?

Una de las respuestas tiene que ver con que hemos dejado que el materialismo inunde nuestras esperanzas y temores, que el consumismo y el ideal de tener dinero, poder y placeres se haya adueñado de nuestros objetivos y de lo que pensamos es mejor para nosotros.

Vivimos tiempos en donde no se le pueden pedir peras al olmo; es decir, si queremos jóvenes críticos, que piensen en otras cosas más que el sexo y el dinero, que pidan un cambio en el sistema político y social, que exijan resultados a las autoridades y en general, jóvenes pensantes que actúen acorde a un ideal, hay que llenarlos antes de valores a través de una educación integral, que provenga de todos los ámbitos.

Esto implica que no sólo de las escuelas se debe exigir un cambio, se requieren cambios en varias esferas de la sociedad: medios de comunicación, padres de familia, empresarios, iglesias.

Todas las instituciones de la sociedad mexicana deben cambiar el rumbo y empezar a llenar a las nuevas generaciones de valores y una formación integral, a modo que los jóvenes posean ideas que los lleven a pensar y a actuar aunque sea de forma distinta a lo que muchos esperan; aunque en este camino se equivoquen, pues sólo están exentos de errores aquellos que no hagan algo.

No podemos permitir que los jóvenes sigan apáticos, sin hacer algo por cambiar su vida, y a la sociedad en la que vive.

Mayores serán los problemas para una generación que no se da cuenta que pronto no tendrá ni que comer si sigue por este rumbo; mayores para una generación que no cae en la cuenta de que Roma está ardiendo y pronto el fuego le llegará hasta los huesos.

Sería mejor tener otra vez una generación de estudiantes inconformes marchando por las calles y parando el tráfico, pero protestando públicamente porque los partidos políticos les abran sus puertas, porque se trasparenten de una vez por todas las políticas públicas, porque se modifique el sistema económico que sigue dependiendo del vecino del norte.

Entre las principales preocupaciones del hecho debieran atenderse la de los jóvenes que prefieren sumarse a la delincuencia, o entrar al sistema de corrupción, pasando por encima de la amistad para hacerse de dinero y poder; prefieren antes que enfrentar al sistema recurrir a la comodidad. Mejor sumarse que ir contra corriente.

Todos somos culpables de que exista la Generación NINI. No hemos hecho lo suficiente para dotar a nuestros jóvenes de esperanzas e ilusiones, sólo les hemos enseñado que tener ropa de marca y buenos zapatos nos hace resaltar en la sociedad y que por ello debemos estar orgullosos; les hemos enseñado que comprar maestros o ser influyentes con las autoridades estudiantiles es mejor que estudiar para un examen.

Les hemos enseñado a nuestros jóvenes, que trabajar en el campo es denigrante, que si no se estudia en la mejor universidad y colegio no se puede acceder a buenos empleos y obtener buenos ingresos; que aquellos que trabajan en el campo o son obreros están condenados a la pobreza y a vivir en la marginación social ¿Dónde quedaron aquellos días en que bastaba cultivar la tierra, dedicarse a la crianza de animales y convivir con la naturaleza para ser feliz?

Les hemos enseñado a nuestros jóvenes que tener dinero es lo más importante de la vida, porque de allí depende que tengamos “buenas amistades”, que podamos entrar a un buen antro e impresionar a todo mundo pagando una cuenta exagerada; que nuestros ingresos y el estilo de vida que llevemos derrochando dinero es primordial, no importa que no le dediquemos tiempo a la familia y que haya personas que no tienen lo mínimo indispensable para comer y vivir. ¿Para qué preocuparnos por aquellos que no pertenecen a nuestro círculo social de amigos y parientes?

Nos hemos empeñado en delegar a las escuelas y a la televisión la educación de niños y jóvenes de este país, y Después protestamos por que existe mucha inseguridad, siendo que los valores inducidos por la radio y la televisión son la comodidad, la fiesta, las drogas, el alcohol; y aquellas “personas honestas y responsables” aparecen cada vez más en películas, telenovelas y diversos programas como las victimas tontas de la sociedad.

Ellos inducen a nuestros jóvenes a que desde pequeños busquen en el placer la felicidad efímera al costo que sea, aunque se tenga que robar, violar o maltratar a los demás.

¿Por qué protestamos, si no estamos haciendo nada para cambiar el rumbo de las cosas y todo se lo dejamos a los políticos?

¿Acaso no debemos participar todos como sociedad para mejorar la educación de los niños y jóvenes de este país?

¿Acaso es sólo culpa de los medios de comunicación que se transmitan cada día más programas con contenido sexual explícito y mayor violencia?

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