De la deslealtad a la economía popular (Reviviendo la plata )

Posted on 10:10 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Iván Triano Gómez



Un año más ha iniciado y con ello, el calendario oficial de alegorías volvió a la marcha.


Las marchas que patentizan la fidelidad al cargo y a quien autorizó la llegada al mismo; las dedicadas al culto de la personalidad, sobran en Tabasco y México.

Destacan por la fecha, las fiestas del pecado carnal: El carnaval de caricatura selvática que se practica en el pantano y desde luego la “máxima fiesta de los tabasqueños”.

Ésta última generó “gran” expectativa y preocupación en los círculos del poder y la sociedad consumista. Se dijo que era una cuestión toral del gobierno actual; que la decisión no era fácil: Llevar a efecto o no la feria anual que decíamos implica para aquél una política básica, en la idea de que sus efectos “afectan” en gran medida la algarabía del “choco”..

Quienes creen lo anterior, deben estar tranquilos, la “máxima exposición” se llevará a efecto con todo y crisis económica nacional y mundial, con todo y “austeridad”. (Y es que) “las tradiciones son tradiciones y deben ser preservadas”.

Lo que también es tradición, es la costumbre del gobierno en soslayar lo central, lo esencial, lo verídicamente fundamental.

Y es que ya hemos dicho que al Estado Gobierno no le interesa insertar en su agenda, tanto nacional como estatal, el impulso a la reforma del artículo 2 de la ley monetaria del país, con la cual se pretende convertir a la onza de plata en un blindaje del poder adquisitivo del abatido peso mexicano.

Tal dinámica, -recordará- (Platus Ecónomus) persigue un objetivo real y directo: En corto y de forma inmediata brindar al ciudadano una moneda con rendimiento, que le permita obtener bienes de primera necesidad en forma desahogada.

Hoy en día, por más que se “eleven” los salarios, la medida resulta infructuosa al pretender nivelar el poder adquisitivo del ciudadano común. La razón es simple.

El papel moneda, es decir el billete, carece de valía en sí mismo. Lo que no sucede con la onza o moneda de plata, que al constituir “un bien” o “metal preciado” goza de valor. Hay que precisar tambiénque la referida propuesta de reforma, sostiene que resultaría sano añadir valor de circulante a lo que ya tiene valor por sí mismo (la onza), a fin de evitar la acumulación del metal propiamente.

Otra razón que se plantea, implica que mientras el papel moneda requiere de reservas en oro que lo apoyen a fin de tener un valor y desde luego de producción, la plata sólo requiere de la explotación del metal en el territorio Mexicano que dicho sea de paso, ofrece de forma natural y en gran dimensión, yacimientos casi inexplorados.

El común denominador aquí es la producción de bienes. Ya sea papel moneda u onza de plata, debe estar respaldada en los bienes producidos, de ahí que deba aumentarse aquélla y limitarse la importación de bienes.

Lo anterior, implica entre otras cosas, la necesidad de emplear a gran número de recursos humanos en la explotación, lo que evidentemente generaría fuentes de trabajo directas e indirectas, tan necesarias en la actualidad.

No obstante, los actores políticos a nivel federal y estatal, nada o casi nada aluden en el discurso y en las acciones a la propuesta de reforma de la ley monetaria de la nación.

El doce de diciembre de dos mil siete cuando se presentó dicha propuesta, se hace cada vez más distante; se aleja así, la posibilidad de que los “representantes populares” escuchen a la sociedad civil y sus ideas; se aleja la posibilidad de echar a andar una verídica solución práctica, tendiente a menguar o hacer más llevadero el robo mayúsculo practicado por las mafias internacionales a nivel global.

Es pues, deber de la clase gobernante demostrar con quien se halla la lealtad que pomposamente presumen practicar.

La propuesta y su aplicación, desde luego es debatible, pero no debe perderse de vista que por sí misma no implica una revolución, sino la adopción de un sistema dual, coexistente, incluyente no excluyente, pues en ningún momento sugiere la desaparición del patrón oro tan dañino para el género humano.

Al final lo que no debe permitirse es la inacción Estatal, y la pasividad cívica en torno a la misma, por eso urge que la sociedad exija que la citada propuesta sea atendida para bien o para mal.

Si se ha de desechar, que se pronuncie así el órgano estatal correspondiente, pero si se ha de aceptar que se practique de inmediato, antes que la desesperación social se haga patente.

Hasta en tanto, usted compre y ahorre en plata y a la vez, consulte “La plata y la crisis anunciada” de Hugo Salinas Price, un mexicano que cree que la peor decisión es optar por la inactividad y los brazos cruzados.

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