La flor de...la jungla y el pantano.
Hugo Triano Gómez.
Solo
en Tabasco pasan estas cosas, y sí, es una vergüenza. Solo aquí, al calor de la
noche, de las copas, del folclore mal entendido, pero sobre todo de la
incultura, la definición de un certamen de belleza de un evento “tan importante“ como la feria anual se
convierte en zafarrancho.
Y es
que en eso terminó el preludio del evento que hoy comenzará, distrayendo como
siempre a los tabasqueños de las cosas verdaderamente importantes.
Lo
de anoche tiene que verse como lo que es, una agresión. Una agresión al género
que tanto se dice debe ser reconsiderado, pero también a la cultura y a la “tradición“
venidas a menos. Como un acto de canibalismo, reflejo de la calidad de la
educación aprendida y de una atrofiada manera de ver las cosas, esa que provoca
que las más agresivas pasiones se asomen.
Que
el solo hecho de que la favorita de las porras no gane, obviamente no justifica
ningún insulto, ningún “baño de cerveza“, ni que la basura sea disparada contra
quien según los clásicos será la representante de las “mensajeras del progreso“ y los tabasqueños.
Vaya concepto tan desvirtuado, digno del mundo al revés.
Que
nadie olvide que esta no es la primera vez que algo así sucede. Que en los
últimos años los ánimos se han caldeado cada vez más, cuando se supone que una
fiesta debe servir para relajar y distensar a una sociedad constantemente “emproblemada“.
Para
el contraste servirá la actitud mostrada por la “mancillada flor“ que optó por no dirigirse ofensivamente -ni con
uno solo de sus pétalos- a sus detractores, asumiéndose como debe ser, como lo
que es: Una dama.
Los
gobiernos y los organizadores también tienen su grado de responsabilidad en lo
que sucede, al ser permisivos por ejemplo, con la ingesta de alcohol en este
tipo de eventos. Olvidan que a grandes males, hay que buscar grandes
soluciones, y sobre todo tomar decisiones. Que si existe un problema de orden, no
es enloqueciendo a la gente como se resolverá. Que las restricciones contrario a lo
que pudiera pensarse, no son medidas de opresión, si medios para evitar que las
cosas se salgan de control.
Al
final debe entenderse, que lo sucedido no es una historia mitificada o una anécdota más, es la
realidad, una triste realidad.
¿Quién se beneficia ocultándola? Ninguna
sociedad, ningún gobierno. Un ejercicio de introspectiva puede parecer una
decisión insuficiente, pero viable para los responsables, si de reencontrar el
camino se trata. De otro modo nada pasará, todo seguirá su curso anormal y el año entrante
el triste escenario volverá a cobrar facturas, con nuevas protagonistas y
lamentaciones, exhibiendo a Tabasco –aunque ya no en televisión nacional- como
lo que es más allá de su geografía, una rara especie de... jungla y pantano.
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