Tabasco: De cambios y sueños guajiros.
Hugo Triano Gómez.
La falta de resultados de las legislaturas en
Tabasco no es cosa nueva. En el pasado y aún ahora, las medidas adoptadas
suelen ser afines a lo que el gobernador en turno, cree, desea, procura o le
conviene.
Así durante este tiempo los tabasqueños han
visto cómo desde el poder legislativo se les ha endeudado legal pero
inmoralmente, cómo se "ajusticia" de dientes para afuera a los
alcaldes que no pueden explicar el manejo de recursos que por la misma razón
siempre son insuficientes en detrimento de los gobernados; cómo se coloca a
gente que ha resultado un fiasco en puestos clave, en los que se suponía debían
marcar una diferencia, incluyendo gobernantes interinos y sustitutos.
En otras palabras, lo que los diputados
locales en Tabasco han hecho todo este tiempo es validar lo que el aparato de
gobierno ha necesitado para subsistir y fortalecerse en beneficio de la
plutocracia.
El trabajo más "arduo" que
han desempeñado ha sido homologar disposiciones federales que suelen ser apenas
adecuadas en su contenido para hacerlas una realidad en el ámbito local. Pocas
han sido las acciones legislativas -ajenas al debate- donde se exhibe una real
independencia de sus huéspedes y el uso de la creatividad, de la inteligencia y
la cultura, que debiera tener todo aquél que se jacta de ser un "representante
popular".
En medio de ese triste escenario luce bien la
iniciativa de por fin darle facultades a los congresistas tabasqueños para
poder citar a una comparecencia a los integrantes del poder ejecutivo, sin
requerir la anuencia, el permiso, del gobernador en turno, que no ha hecho más
que mantener y mostrar al legislativo supeditado y servil a aquél.
Claro que la independencia tampoco se logrará
con simples decretos o discursos. Se obtendrá junto a la relevancia, de la mano
de los resultados, cuando una política pública o una medida sea discutida a los
ojos del interés general y se refuerce o se adecue según convenga a éste;
cuando algo opaco por fin se transparente, cuando una decisión injustificada
sea combatida y revertida en pos del bien común.
Tampoco debe echarse en saco roto la propuesta
de por fin reglamentar los trabajos en comisión, uno de los puntos débiles del
quehacer legislativo, donde en verdad se hacen o dejan de hacer las cosas. Solo
para no dejar lugar a dudas, habrá que decir que la improvisación de quienes "saltan"
a las curules seguirá siendo el talón de aquiles del régimen democrático en
tanto se siga escogiendo para tales cargos a gente cargada de ambición e
intereses y carentes de convicción. A "gallos" convertidos en "grillos".
No puede decirse además que la referida
reglamentación va a terminar con la holgazanería legislativa. Habrá que esperar
a leer las letras chiquitas de la iniciativa para darle tal carácter, pues el
ejercicio debe ir de la mano de una adecuada distribución de las comisiones
para hacer viable su trabajo y sobre todo contar con el carácter de los
presidentes de comisión para no justificar por amiguísimo, complicidad o
conveniencia nuevas inasistencias, algo difícil de creer ante la podedumbre del
sistema de cosas.
Habrá que comentar finalmente que un primer
paso siempre será preferible a no dar ninguno. Solo hay que recordar que falta
también ampliar los periodos extraordinarios y dejar de lado la insensibilidad
de promover la instalación de un tablero electrónico para las votaciones que
solo seguirán dañando el erario y que no puede ser visto más que como un lujo
innecesario, como un despilfarro y como algo fuera de lugar cuando se mantienen
prácticas legislativas tan oscuras como el de mantener los votos en cédulas,
cuando de asuntos escabrosos, delicados, se trata.
Que nadie se haga bolas, los primeros cambios
de forma parecen estar prontos a llegar al legislativo local. Los de fondo, los
de a de verás, los que pesan, de esos no se sabe…cuándo.
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