Choco impuestos: Intento de un deslinde anunciado.

Posted on 7:05 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez



Contrario a lo que pudiera pensarse, el aumento al impuesto sobre nómina planteado por el PRI-Gobierno y hecho oficial por el legislativo en Tabasco, no afectará –principalmente- a la clase patronal, sí en cambio –de nuevo- a la clase trabajadora.


Antes de cualquier otra argumentación al respecto, es de resaltar la dualidad que una vez más mostró en el quehacer y el decir el Gobernador Andrés Granier, que sin más ni más, negó tener “algo que ver” con la pretensión ahora realidad.


De entrada, es obvio que una medida de esta naturaleza rebasa la capacidad en conocimientos hacendarios del “mandatario”, por lo que suena ridículo tratar de endilgarle a éste la autoría intelectual; no así, dar por cierto que la Secretaría de José Sáiz (Finanzas por si alguien lo olvidó) tuvo que ver con la idea en la extensión de la palabra.


Por supuesto que a Granier no le tembló la mano al dar su venia para que vía Congreso del Estado, la iniciativa viera la luz, bajo el compromiso político de no vincular su nombre a la “siempre repudiada” alza de gravámenes. Solo que a Granier se le volvió a olvidar algo.


A Granier se le olvidó que hasta los poco cultos deducen que en el Congreso local -Y en los de todo el país donde existen mayorías afines al titular del Ejecutivo- no se mueve un dedo en cuanto a situaciones de fondo se refiere sin el “palomeo” de éste, en el entendido de que para entonces habrá sido asesorado –si bien le va- o informado –si no- de las alternativas que “su gobierno” tendría para atender un problema dado. Demasiado ingenuo o ignorante habrá que ser, para creer que la disposición de la que aquí hablamos (El aumento al impuesto sobre la nómina) salió en verdad de la “mente brillante” de los fallidos representantes populares.


Una lectura adicional en el “intento de deslinde” de Granier obligaría a estudiar su personalidad. Resta decir que el “químico” volvió a mostrarse solo” preocupado por no asumir costos políticos, como si aquellos rigieran su vida, como si fueran lo más importante para él.


Sea como sea, se afirmó desde el inicio que el “actualizado” impuesto sobre nómina a tasa del 2.5 por ciento que se cobrará a partir de 2011 a las empresas en Tabasco, afectará principalmente al trabajador más que a los generadores de empleo mismos, con todo y que quienes lo asumirán inicialmente son los patrones. En otras palabras, el empresario tiene ante sí mecanismos legales que bien empleados pueden hacerle llevadera la afectación, mientras que el trabajador al carecer de ellos, tendrá literalmente que “apechugar” el golpe y nada más.


Basta observar que entre las primeras medidas de ahorro que suelen tomarse en una compañía previendo una quiebra, está la de “despedir” a su empleado “menos necesario” antes que recurrir a un financiamiento-endeudamiento desesperado, para imaginar la envergadura y la complejidad del problema.


Será necesario recordar que las empresas pueden optar por reducir sus nóminas para hacer menos pesada su carga fiscal, traduciendo esto en despidos en el caso de pequeñas y medianas empresas, y hasta en evasiones o uso de disfraces en el caso de las grandes.


En alusión justamente a los disfraces, las compañías podrían ajustar también sus montos de nómina a los que pagaban antes de la modificación sin despedir a alguien; tendrían que ubicar sin embargo en otro “régimen” a uno o a unos de sus elementos, sufragar formalmente otro tipo de “servicios” que no obstante al retirar a alguien de una plantilla, podría hacerle perder su antigüedad como trabajador y los derechos que esto le ha generado, incluida la asistencia social.


¡Y sí! todo desencadena en todo, de tal manera que si algún empresario hiciera frente a los nuevos tributos producidos por la nómina con su mismo equipo y personal, como si nada hubiera pasado, éste podría aducir quizás con razón –pero algún otro con astucia y hasta mala fe- que las utilidades cada vez son menores o simplemente inexistentes, en detrimento de un nuevo derecho laboral de su dependiente.


Cabe recalcar -para no errarle a las escenas- que las que se afectarán con todo esto son las utilidades de las empresas, que una vez más pagarán los platos que ellas mismas llevaron a la fiesta de la generación de empleos. Se afectará o al menos se retrasará algún tiempo su crecimiento, como si fuera poca cosa arriesgar un capital. Y también cabe reguntar, con medidas como esta ¿quién puede negar que los verdaderos enemigos del sistema hacendario mexicano, no son más que quienes quisieron ser independiente de la “ubre gubernamental”, el que incentiva a la actividad, el que promueve la productividad y el que la realiza a cambio de una retribución?


Es cierto también, que por definición el impuesto trata de hacer equitativa la cosa pública, pidiéndole más al que más tiene en aras de mantener al Estado en un funcionamiento adecuado. Solo que aquí –en Tabasco- mantener canonjías, gustos y modos de vida a costa del erario, son sinónimos erróneos de progreso.


A nadie en el Gobierno parece importarle que una empresa que cubre una nómina de 10 mil pesos tenga que pagar ahora en lugar de 100, 250 pesos al mes y así según sea el caso. Todos en el Gobierno, parecen olvidar las actualizaciones del predial no hace mucho realizadas, los continuos cobros excesivos por consumo de energía eléctrica, el también reciente incremento a la tasa del IVA al 16 por ciento, el respectivo del ISR y la “inamovilidad” del IETU dirigido exclusivamente a las utilidades del empresariado.


¿Qué hay bondades? Dejémoslas para el Gobierno exclusivamente, que tendrá para presumir que amplió su base de contribuyentes respecto a los demás estados en el último año y a las participaciones que ello le generará. Dirán que es ejemplo de transformación, solo que sigue sin haber a la vista rubro de inversión alguno, que no sea el de pago de salarios, que haga creer la afirmación.


Lo deleznable aquí –se sostiene- es la intentona del gobierno Granierista de querer darle atole con el dedo a la opinión pública, al no llamar las cosas por su nombre. Lo peor, es que el responsable quiera más tributos por su santa voluntad y no lo diga, escudando en gabán ajeno, los efectos de su decisión.

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