Relevo PRI: El último alfil.

Posted on 16:28 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

Hugo Triano Gómez.





La llegada de Miguel Alberto Romero Pérez a la Dirigencia Estatal del PRI significa una “jugada” del Gobernador Andrés Granier en el ánimo de definir a su conveniencia las candidaturas de su partido para el proceso electoral de 2012. Que sea un movimiento magistral, depende aún de varios factores. Por lo pronto, dudas caben al respecto.

Romero Pérez carece de entrada, de una reconocida y añeja militancia partidista, que no obstante pudiera ser en los “nuevos tiempos” más una virtud que una desventaja; aunque su principal deuda pendiente –la de no haber hecho del Gobierno de Granier uno que destacara por sus propuestas legales para en verdad “transformar” el entorno y si en cambio proteger a capa y espada la opacidad y la falta de transparencia de su administración- deja en claro el nivel al que es capaz de llegar el ahora “líder” político.

Miguel Romero es como se sabe, un hombre de la academia y “químicamente puro”. Llega al PRI para tratar de darle a Granier la seguridad de un partido que el mismo “asaltó” y “dividió” no hace mucho, y que por lo mismo pudiera vivir al interior amarres y acuerdos tejidos por sus viejos inquilinos, en detrimento de su grupo político y de él mismo.

En otras palabras, Romero Pérez va al PRI en pos de la seguridad de Granier, en búsqueda de los que puedan incondicionalmente cuidarle las espaldas, cuando ya no sea Gobernador.

La tarea no será sencilla. No solo se trata de ser ojos y oídos de Granier en la casona de 16 de Septiembre. Falto de tablas -políticas- y quizás también de auténtica gente de confianza, Romero estará en breve en un auténtico riesgo, tratando de controlar –en el abrevadero- la rabia y la sed de candidaturas de cientos de dinosaurios.

Eso hace suponer de hecho, ajustes en la estructura del llamado Comité Directivo, más allá de los vencimientos de los tiempos de los actuales consejeros políticos. Especial atención deberá mostrar en ello, pues lo convulsionado de los grupos al interior, hacen posible nuevos regresos, que no necesariamente redundarán en nuevas formas de hacer “política”.

Desde esa nueva estructura será posible observar algún cierre de filas en torno al favorito del gobernador para su sucesión, pero también se confirmará si sus sospechas por el “quehacer desleal” del que se acusa a Adrián Hernández Balboa fueron ciertas; más aún, se apreciará si el Granierismo pretende extenderse y mantenerse vigente o solamente sobrevivir.

Al final del día, Granier parece tenerlo claro. La soledad del ex gobernante está cerca y es inevitable. Su futuro quedará en manos de un alfil, el último que le queda, el que buscará “juntar” a su torre, a su reina y hasta su caballo (negro) en aras de garantizar y lograr para él, la anhelada tranquilidad futura, después de 6 años de aventuras, excesos… y aspavientos.

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