Tabasco Inseguro: Camino elegido.
El asunto es que los temores están con nosotros. Después de los últimos incidentes violentos ocurridos en Cárdenas, Villahermosa y algunos otros municipios de Tabasco, es de esperarse que los miedos emerjan y pululen hoy en el ambiente, a través de comentarios creíbles o risibles, que se asemejan al terror o pánico.
Evidentemente vivimos en un lugar que cotidianamente se transforma, que en el vaivén de ritmos sociales transita a la pesadumbre de las ciudades perdidas. Creo que ya lo habíamos notado. Ha cambiado el paisaje, y nosotros mismos hemos cambiado. A nuestra entidad se le ve errática, sin rumbo, sin el desparpajo de una zona del trópico, cálida, bulliciosa y abierta, lo que también implica a su gente. Es como si todo estuviera rendido, perdido y desvencijado.
¿Qué le paso a este lugar donde vivimos? Por qué hoy está con calles sucias, edificios viejos, muros pintarrajeados, comercios vacios, aguas negras saliendo de las tuberías, calles sin asfaltos, llenas de huecos, sin árboles, sin parques que guarezcan del calor, sin monumentos que embellezcan las avenidas, con tráfico descomunal a todas horas, pero sobre todo con el desánimo que se ha encargado de llenar los símbolos de la violencia.
Esta forma de intimidación es la crisis aguda de una sociedad que ahora mismo se ve implicada en un marasmo que nos cae sin ninguna posibilidad de apelación.
Transgrede las leyes de lo posible. Los escenarios se tornan en simples alertas que alcanzan sin rumbos.
Por supuesto que no es agradable ver las narco-mantas o narco-mensajes, narco-bombas como elementos amenazadores. Lo más grave es que tales amenazas se están manifestando en muertes que tornan incierta la situación. Los espacios que denotan los síntomas de la violencia manifiesta en Cárdenas solo atestiguan el silencio forzado de sus habitantes, las sospechas hacen cautas las miradas y los actos. Un lugar donde el amigo puede ser el enemigo; escenarios emergentes que demandan salidas que al parecer no tenemos. Eso no es vida; es como vivir sin vivir.
La situación nos preocupa, nos desata la angustia ¿con quién lo hablamos?... con el Gobernador del Estado, con las autoridades que imparten justicia, con los que procuran las leyes, con los que dirigen nuestros actuares sociales, con los próximos candidatos que dirigirán nuestros actuares, con nuestros representantes políticos, con los amigos, con la familia… ¿Quién puede tomar el mando de esto?
Lo que se ve en Tabasco, como en todo el país, es entonces un imagen de indefensión, que no se ampara con nada porque el Estado dejó ya de ser vigilante, protector y proveedor de la seguridad de su ciudadanía. Es también una sociedad agotada, atemorizada ante los problemas. Nos hemos convertido en una comunidad insegura de sus leyes y justicia, desconfiada de sus sistemas de gobierno, acrítica de los problemas, sumisa de la violencia; por sobrevivencia, solo alerta de las amenazas.
Nada ha sido improvisado. El escenario actual responde a los marcos de un actuar social que no ha podido responder a los cánones de una sociedad demócrata; es decir, que no ha sido partícipe de sus asuntos políticos, que no ha demandado, que ha dejado de exigir, que ha puesto en manos incapaces la posibilidad de representarnos como ciudadanos críticos. Todo es velado, oscuro, sin responsabilidad, sin conciencia social. El proceder de la manera en que hemos procedido es (simplemente)... el camino que hemos elegido para lo que hoy tenemos.
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