Disfunción legislativa.
Ricardo S. Rivera Pizarro.
Parálisis
en el Congreso, disfunción legislativa, inactividad de los diputados, todos son
sinónimos de lo que en particular en esta legislatura se ha vivido en Tabasco y
que se puede traducir como la desafortunada inutilidad de un poder público.
Han
sido dos años completos en que el edificio frente a Plaza de Armas, se ha
dedicado a muchas cosas, menos a legislar. Por sus pasillos, oficinas y salones
ha habido de todo, excepto la discusión de los temas primordiales de la
entidad. La llamada “máxima tribuna del
estado” se ha desperdiciado; el salón de plenos lo han desaprovechado y en
concreto, el puesto lo han terminado de desprestigiar.
Y
aunque cada trienio el comentario es reiterativo en cuanto a que “la actual es la peor legislatura que ha tenido Tabasco”, podría ser la vigente la que rompa la tradición y se robe
el calificativo en la historia. Los diputados que tuvieron su paso por las
curules, desecharon la oportunidad de hacer historia tomando decisiones de
peso, evadieron su responsabilidad y permitieron que dichos asuntos les
caminaran por enfrente sin siquiera detenerlos para revisarlos.
Como
se recuerda, al inicio de la diputación, el Congreso evaluó entre otras cosas,
temas como el aumento en todos los derechos y gravámenes en Tabasco, incluyendo
el impuesto sobre nómina, que pese a no causar un efecto agradable en el
empresariado local, al final, “pasó”
sin mayor oposición. También hubo la oportunidad histórica de analizar la
posibilidad de desaparecer la tenencia, y en vez de ello, se admitió la
propuesta del ejecutivo de crear el Impuesto Estatal Vehicular en su lugar.
Así,
el poder legislativo se convirtió en una “ventanilla
de trámites burocráticos” en la que el gobernador realiza sus gestiones que
sólo se detienen por los tiempos legales que estos mismos tardan. Sin mayores
problemas, se han dado ahí reformas trascendentales como la electoral, se
eligieron a los consejeros del ITAIP, se logró la elección de cuatro consejeros
del IEPC -de los que ahora se queja la oposición, pero no hizo algo por
definirlos de otra manera-. También se le extendió el tiempo en su cargo a Francisco Rullán al frente del Órgano
Superior de Fiscalización, que pese a las críticas en su contra, obtuvo los
votos de panistas y perredistas, que en el colmo del descaro, estos últimos no
tuvieron el valor de admitir que votaron por su permanencia 7 años más.
Por
el lado contrario, han quedado olvidados temas como la glosa de los informes
gubernamentales, las comparecencias de funcionarios públicos ante el pleno, el
desechamiento de la propuesta de alarma social, la reforma a la Ley Orgánica del propio poder, la nueva Ley de
Adquisiciones, la revisión a fondo de la recomendación de la CNDH por las inundaciones 2010, la solución a los problemas con la CFE y un sinnúmero de temas que hoy
están “en la congeladora”.
En
estos dos años y contando, el PRI, pese a su carencia de liderazgo y su
sumisión a las decisiones del ejecutivo logró su papel, el de dar trámite a
todo lo que le han puesto en frente y concretarlos sin revisión. Por el lado
contrario, la oposición caducó como
fuerza política y se enfocó en deliberar en público sus divisiones internas,
privilegiando los acuerdos en lo privado con la Junta de Coordinación Política,
a cambio de favores que les permitieran pasar hacia un nuevo puesto en este
2012.
En
conclusión, la labor del actual Congreso se puede resumir en un solo acto: la
desbandada de la mitad de sus diputados por un nuevo puesto. 17 de los 35
legisladores que se despojaron de la investidura -con todo y el fuero y su
dieta- en búsqueda de una nueva posición. Privilegiando lo electoral sobre lo
esencial; lo político por encima de los fundamental para la vida pública del
estado. Asumiendo una decisión que aunque pudiera verse como de tipo “personal”, lamentablemente afectará,
como hasta ahora, el transitar de Tabasco.
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