Cangrejópolis.
Hugo
Triano Gómez.
En el
mundo de la "competitividad" las evaluaciones son
imprescindibles, obligadas si se cree en la teoría de que reconociendo las
debilidades se pueden tomar decisiones que ayuden a retomar el rumbo
extraviado.
Con ello
aceptado, es obvio que quien se rehuse a "medirse" es
susceptible a estancarse, a no potencializar sus capacidades y a ignorar y a no
corregir sus problemas. En otras palabras a hacerse habitante de "cangrejópolis",
donde nadie va para adelante y todos para atrás. . . con naturalidad.
En México, se sabe, la educación está mal y ahora la encargada de fijar las políticas
públicas a nivel federal -la SEP- ha decidido terminar el ciclo de la polémica
prueba ENLACE.
Desafortunadamente
es esa cualidad la que parece haber llevado a la ruina un proyecto que luciendo
serio, no pudo sobrevivir a los constantes golpes de sus opositores políticos y
sindicales, aunque claro está, no fueron los únicos que trabajaron contra ella.
La prueba
ENLACE -con todo lo que se diga- dio muestras de ser un mecanismo útil en
cuanto al reflejo del conocimiento de los dos grupos auscultados: El de los
maestros y los estudiantes.
No en
balde los primeros la "satanizaron" cuando comenzaron a
observar que los resultados que obtenían no eran los que hubieran esperado
tanto por las que creían eran sus capacidades, conveniencias y relaciones como
por el reflejo en los alumnos de los "conocimientos" que
impartieron en las aulas.
La
traición de quienes debieron resguardarla y hacer todo lo posible para
fortalecerla, jugó también un papel en contra de la prueba. Quizás esta pueda
decirse fue su debilidad mayor. Solo así se alcanzará a entender la gravedad de
haberla corrompido, prostituido, vendiendo -por ejemplo- los reactivos al mejor
postor.
El vínculo
"mejores resultados-estímulos económicos" que ofrecía
ENLACE solo favoreció la ambición de quienes creyéndose astutos pensaron que jamás
serían detectados y nunca pusieron -como debieron- el interés de educar por
delante.
Como sea,
la "ambición" de unos cuantos no debiera ser motivo suficiente
para decir que una evaluación técnica en cuyo diseño participaron profesionales
y especialistas no sirve. En todo caso, lo que dejó de funcionar fue la
supervisión.
Con lo
ahora ponderado es lógico que la noticia de la desaparición de ENLACE no haya
sido bien recibida en todos los ámbitos, aunque habrá que decir que ello no
significa que la educación vaya a dejar de ser observada, analizada. Sugerirlo
siquiera platearía un retroceso dentro de la limitada reforma educativa de la
que siempre se habla en México y que en verdad solo quedó en el discurso y en
un intento de.
Los nuevos
riesgos, que son los que deberían tener ocupados a los interesados, son que en aras
de hacer parecer al proyecto que sustituirá un mecanismo que aún es
perfectible, como algo novedoso sin serlo y cuya principal característica sea
tener un nombre distinto, se esté dejando de evaluar el fondo (maestros y
alumnos) y se opte por quedarse en la forma. Que el sustituto de ENLACE no sea
más que una respuesta político partidista a las críticas, una manera de sellar
con nuevas siglas la "distancia" del gobierno Peñista respecto de las gestiones
panistas.
Pensándolo
de otro modo, ir al fondo con la evaluación de la educación obliga a dar el
paso que este ensayo no dio. Hace imperativo castigar administrativamente y
hasta donde se pueda a quien ose adquirir las pruebas intentando defraudar un
sistema por puro amor al dinero. Obliga a capacitar con tiempos establecidos a
quienes perjudican por su incapacidad al alumnado, con la posibilidad de
mejorar, pero con la necesidad de prescindir de sus servicios si no exhibe una
mejora sustancial.
Lo que
está en medio de todo no es cualquier cosa. Es el talento de quienes sucederán
a la actual generación, que por supuesto vale el intento. Aplicar la norma estrictamente en
pos de la educación no es nuevo en el mundo que avanza a una velocidad
vertiginosa de la mano del conocimiento. Sí que lo sería … en cangrejópolis.
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