El recuento del inicio.

Posted on 20:07 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


          Flor de Líz Pérez Morales.



Hace un año que los tabasqueños decidimos que queríamos otro rumbo. Hace un año que tomamos otra alternativa como ciudadanos. Hace un año como votantes elegimos un nuevo gobierno para nuestra entidad. Hace seis meses que ya estamos en esto.
El por qué se hizo ya es parte de la historia, pero en ese momento las transgresiones del estado y el desorden eran tanto, que no sólo se nos violentó nuestro espacio de actuación social, sino que también se vulneró nuestra creencia en el marco de las normas institucionales.
Ahora mismo los legisladores federales procuran incidir en la creación de leyes que den mejores respuestas en temas como la autonomía de los estados (en sus tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal), dada la experiencia vivida en Chihuahua y Tabasco, cuyas últimas administraciones dejaron históricamente los mayores índices de endeudamiento y pobreza en sus entidades. Nada para enorgullecerse.
Hoy me parece entonces que es un buen tiempo para hacer una parada en la reflexión del gobierno y en la lupa de la crítica ciudadana; una que nos mida brevemente lo hecho y lo no hecho por la nueva dirección encabezada por Arturo Núñez Jiménez y los funcionarios al frente de muchas instancias públicas, incluyendo a los municipios.
Es verdad que la construcción de una forma de gobierno no se edifica en un día, pero también que toda obra se fundamenta en la cimentación y las fortalezas de sus estructuras, las que permiten su sistematización y operatividad. Desde esa perspectiva entonces, podemos entender que las políticas ya se trazaron con el Plan Estatal de Desarrollo; normas que se orientan en relación a un repaso por la historia política del Estado para dibujar el horizonte social de los que vivimos en Tabasco. No me parece incorrecto si consideramos que nuestros asuntos emergentes se constituyen en muchas carencias sociales como el desorden financiero, la falta de autoridad en el mero ejercicio de lo que implica el concepto, y la corresponsabilidad de compromisos del ciudadano y el Estado.
De inicio las cosas pudieran no estar mal, si entendemos que nuestro marco social tiene prioridades que atender, urgencias que buscan salidas. Entendibles si lo justificamos en la forma en que se dejó a Tabasco. Aunque si revisamos el nudo, sabemos que el punto crítico no está necesariamente en la norma de la política trazada, sino en los actores que ejecutan los actos y violentan la voluntad del ciudadano y su actuar social; es decir, cómo hacer frente a una autoridad que en sus actos no se respeta y no es respetada.
Hoy tenemos dependencias, instituciones, ayuntamientos que hacen todo lo posible para mostrarse como incapaces de gobernar, que carecen de memoria social y se convierten en postulantes de un discurso viejo, análogo a lo demagógico; que no buscan conocer por dónde marcha el mundo y su gente, que subyacen en la creencia de un imperio de protagonismos que le dan al traste a cualquier política de gobierno, por acotada que ésta sea.
Actores que no creen, no conocen el mundo social, no viven la política más que desde el escritorio, que hacen evidente la ausencia de lecturas sociales, que se enuncian en el desconocimiento. Parece que el gobernador del Estado va por un lado y muchos funcionarios y legisladores estatales por otro. Pocos se encaminan por lo que es bueno para Tabasco.
Mis inquietudes frente a lo incierto abren intersticios que me hacen aludir a mis propias preocupaciones sociales: ¿Dónde están las respuestas a la educación, a la salud, al ambiente?
No es con un sindicalismo a ultranza que impulsa el nepotismo y la autocracia, y no el desarrollo social y el conocimiento como saldremos adelante. No es con la pasividad y el olvido de proyectos sociales de las universidades e institutos educativos, incluyendo la parsimonia de nuestra máxima Casa de Estudios, como edificaremos a Tabasco en una sociedad científica y con una cultura robusta. No es sólo de números y estadísticas que vistan los actos, sino también de idearios colectivos que nos den rumbo. No es con el maltrato del mal servicio público de transporte como ayudaremos al turismo. No es con el abuso del poder como construimos la democracia. No es con el mal talante del político como abonaremos a la voluntad para la participación ciudadana. No es con modelos educativos donde se impulsa la competencia, pero no la convivencia, como formaremos mejores sujetos sociales y por ende mejores ciudadanos. No es con la falacia y la poca vigilancia en los nuevos mercados empresariales y labores, que engañan a los jóvenes en los empleos, como fincaremos la credibilidad.
En fin, no es con nada de lo anterior como forjaremos nuestra honra social como Estado y como ciudadanos; por tanto, parece que aún quedan lejos las aspiraciones de un mejor Tabasco. No es propiamente con este aire que hoy respiramos como viviremos en un mejor lugar.

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