Las venas abiertas del sindicalismo...tabasqueño.

Posted on 6:00 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

Flor de Líz Pérez Morales. 



Ahora que vemos las molestias, el hartazgo y los sinsabores ocasionados por los líderes sindicales de las asociaciones magisteriales de Tabasco, la evidencia se convierte en prueba irrefutable de las sinrazones que gobiernan al sector educativo en el nivel básico. Frente a lo visto, con el paro de labores en las escuelas de la entidad, la razón confirma que la tarea de educar no es un acto que pueda darse en la esfera de las ilegalidades, inmoralidades e incivilidades.
Por años hemos vivido en un escenario donde la formación de los infantes ha pervivido en el encanto de la desfachatez, del cinismo y de las canonjías que ahora mismo revientan de la peor forma y desnudan no sólo a un sistema político social empobrecido, sino las dinámicas de estrechez intelectual al que se ha sometido a los educandos. Esto no descubre nada, si miramos que las dos entidades donde no se iniciaron clases, Oaxaca y Tabasco, son las dos que ocupan los peores lugares de conocimiento en el país. Sin embargo, lo malo del caso no son los lugares que nos distinguen, sino los actos que envilecen el ejercicio de la educación.
Un mal entendido sindicalismo mexicano y tabasqueño que ahora mismo se “ennoblece” argumentando el mantenimiento de la dignidad de sus agremiados, cuando la historia nos dicta lo indigno que han sido los líderes con sus colegiados y con el sector más importante en el proceso: los aprendices. Ahora se apela a las carencias de salud, a las pensiones, a la infraestructura y se lleva por delante a la calidad educativa. No son los principios de bienestar lo que se cuestiona, sino la perorata que se utiliza para sostener lo insostenible, la falacia del discurso, las mentiras que dan como verdaderas. Que la educación en la entidad no tiene ni calidad, ni el compromiso social, este último como un rasgo axiológico que le debe de distinguir.
El problema de fondo no está en una lista de peticiones que harían loable una mejor práctica educativa, sino lo que se lleva a la mesa de negociación que no se dice en lo manifiesto del discurso, pero que sabemos que se colocan como armamentos que secuestran la práctica, quitándole no sólo su idealismo, sino su cabal trascendencia en el desarrollo de todas la sociedades. Tal vez esto suene a utopía. La tarea de educar no es fácil, más cuando es un ejercicio humano que incide en la formación de los humanos. Dos actos confluyen en tal tarea, lo cognitivo y lo sensible, raleas que hacen posible su ejecución. Cuando ésta se coloca en las manos de quienes no la entienden así, la convierten en el arma más letal capaz de provocar dos sismos, por un lado, la explosión de muchos escenarios a su alrededor, pero el más grave, cuando no se mide la razón, la implosión de su propio escenario.
En lo prospectivo del asunto, es como la búsqueda autodestructiva de sus actores o de sí mismos.

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