Democracia: Estragos de un ideal.

Posted on 15:47 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

Hugo Triano Gómez. 


La cosa es así, la democracia en México es sinónimo de dinero. Todo le cuesta al erario. Todo.
Le cuestan las campañas, los partidos políticos -satélites, paleros e inservibles incluidos-. Los emolumentos de los politicastros y de los que se salvan de la quema.
Cuesta mantener a los románticos, a los intelectuales y filósofos del régimen; a los que asesoran, a los que ven los toros detrás la barrera, a los ingeniosos, a los maquiavélicos, a los que se creen líderes, a quienes aspiran a serlo y a los que se les olvidará que alguien les creyó.
Obvio, los órganos jurisdiccionales y los consejeros electorales, garantes según ellos de la equidad y lo correcto en la materia, le cuestan también… y mucho.
Como es de suponerse, la cantidad de millones gastados -no invertidos- está muy lejos de ser directamente proporcional a los resultados que se han entregado. Y es que si por dinero destinado fuera, México sería sin dudas la Grecia del siglo XXI y Tabasco la Atenas del esplendoroso reino.
Pero como el hubiera no existe, es menester decir que la ampliación presupuestal solicitada semanas atrás por el IEPC, y afortunadamente negada, no solo nunca se justificó, sino que ofende a la miseria pública y es contraria al discurso de austeridad que como todos los gobiernos del mundo, ha pregonado la administración de Arturo Núñez.
Lastimosamente la escena volverá a la normalidad del derroche en unos meses más y puntualmente en el 2015, cuando sin reparos y bajo el pretexto del proceso electoral, el órgano local volverá a la bonanza como aquél que siempre manejó adecuada y escrupulosamente sus recursos, recursos públicos al fin. Como aquél que no tuvo que echar mano del patrimonio que “sobrevivió” a la compra fraudulenta de un edificio no ocupado, porque en cuatro meses se acabó lo que le presupuestaron para este año. Como aquél que sigue viviendo en la opulencia cuando sabe que no hay ingresos capaces de soportar tal ritmo de egresos.
Lo que sigue sin embargo y con la reforma política electoral aprobada es vigilar que a la deseable salida de los consejeros locales no haya para ellos más que la entrega de su ahorro aparentemente bien constituido, nada de premiaciones inmerecidas y alejadas de la realidad económica. No bonos de marcha, no “habéres” de retiro, que amén de escandalosos no hallarán fundamento en lo legal.
¿Que con el control del INE en los consejos electorales locales las cosas pudieran cambiar? Difícilmente cuando la pretensión primera del órgano que sustituye al IFE es ejercer 63 millones de pesos tan solo en remodelación de espacios, y en términos generales empleará la estratosférica cantidad de 11 mil 883.9 millones de pesos tan solo en el 2014, cuando apenas se inaugurará el proceso de “renovación” de puestos de elección popular.
No hay pues que engañarse. Ni los mexicanos, ni los tabasqueños son más demócratas por el solo hecho de haber permitido o favorecido la alternancia de unas siglas al frente de los poderes que conforman el estado Mexicano; no son por mucho -ni una ni otra- una sociedad civilizada, educada, participativa, reclamante con razón y consciente de sus derechos, pese a haber invertido desde la creación de la institución electoral carretadas de dinero.
Los números en las jornadas comiciales -salvo las excepciones- no mienten, las frustraciones por los proyectos políticos que terminaron puque -sin remedio- siguen a la orden del día. Los resultados escasean pese a que los gobernantes se mantienen en su esfera de locura y poder, creyéndose los salvadores del suelo que les da de comer. 

Está visto finalmente, que la relación política-dinero es y será inseparable e indivisible en México por ser una industria rentable; que no está en el ánimo de la plutocracia impulsar su separación pese a que no sirve para hacer eficiente algo que solo en los países “iluminados” y en las utopías  ha dejado dividendos. Que es su preferencia mantener pegado a la ubre a todos los socios de este mercado de manipulación, de este mercado de mentiras llamado: Democracia.

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