Mass mundial: El grito de guerra.

Posted on 8:37 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

-->Hugo Triano Gómez.




En vísperas del tercer duelo de la selección mexicana de futbol en la justa que detiene al mundo, los ojos se centrarán amén del terreno de juego en lo que ocurra en la tribuna. Los pronósticos de lo que sucederá en el campo -en suelo azteca obviamente- son halagüeños por decir lo menos. Lo que ocurrirá tras el primer despeje del arquero croata Pletikosa solo está en la cancha de la FIFA.
¿Se atreverá el organismo rector del balompié en el orbe, a llevar más allá su preocupación por el grito de “puto” que la porra mexicana enarbola tantas veces sea “necesario” en cada encuentro? Es francamente improbable que el combinado mexicano sea eliminado por ello en la mesa, con todo y que el “grito de guerra” pueda considerarse como un adjetivo homofóbico, ese que denigra a los homosexuales, pero también a las mujeres de por sí perseguidas por el dedo de la doble moral, cuando han decidido ganarse la vida vendiendo el cuerpo.  
Claro que en el futbol, gritarle “puto” al guardameta significa meterle presión. Hacerle ver que la porra lo sigue y que está atento a su juego, vital si se define como el arte de evitar los goles. Habrá también quienes le vean el lado chusco o de falso folklore al asunto, haciendo evidente que el deporte es de “machines”, aunque está comprobado que no es así en la extensión de la palabra. Tampoco es secreto para alguien que en (casi) todos los deportes -y más  en México- las “malas” palabras salen a colación en la más ligera de las oportunidades.
El asunto adquiere trascendencia sin embargo, cuando partiendo del hecho de que el futbol y el deporte son cuestiones masivas, sinónimo de triunfo para muchos, incluyentes de chicos y grandes, de gente de todos los extractos y condiciones sociales, sexuales, teológicas y las habidas y por haber; exhibe conductas que contrarian los objetivos -que por nuevo ejemplo- marcan las leyes mexicanas y se oponen a lo que en el núcleo social se desea para sus miembros. 
 ¿Acaso no es tarea actual intentar contrarrestar la discriminación y el buylling en niños y jóvenes, teniendo conciencia de ello? ¿Cuántos casos de buyilling no habrán iniciado con un grito de este tipo, ciertamente a otra escala y en otro escenario? ¿No pretende hacerse pues realidad en México, el mito de la igualdad basado en el derecho, la libertad y el respeto a la discrepancia? ¿No se ha “invertido” en ello cualquier cantidad de horas y de recursos financieros?
Las opciones son diversas. La acción de los aficionados puede verse como se dijo, con humor, puede considerarse exagerada por quienes la observan y hasta la juzgan, puede minimizarse e insistirse en que no pasa nada. Lo deseable será no alentar al menos la proliferación. Ponerse a pensar que México debiera mejor exportar cosas positivas, dar la batalla en otras lides y canalizar la fuerza de su machismo hacia cosas de provecho, todo en vez de formar parte de un posible “escándalo de orden mundial”. 
Baste ponerse en el lugar de los padres cuyos hijos escuchan y disfrutan ya de esos insultos, para comprender la paradoja, pues más allá de una explicación ¿cómo reaccionarán cuando sus retoños comiencen a ver normal la actitud y a acuñar la acepción, el concepto, para dirigirse a sus adversarios, incluyéndolos a ellos o a todo aquel que “amenace con robarles la gloria”? Cuando se convenzan que puede llamar a todos así, pero pobre del que ose considerarlo como tal, no importa que sea débil, no enfrente retos o rehúya a sus responsabilidades.La escena vale la reflexión. No importa que el “cántico” reaparezca y con más fuerza. Que comience hoy… después de las 3.

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