De gallos, changos y chapulines.
Hugo Triano Gómez.
Que la
gallera de los partidos rumbo al 7 de Junio sea tan ruidosa como siempre, está
lejos de generar emociones verdaderas. El sentimiento, la idea de “otra vez
lo mismo con los mismos” prevalece le guste o no a los aludidos.
Nada de esto
es gratuito. La facción política en México ha hecho y se mantiene haciendo su
mejor esfuerzo para desencantar sociedades, con las contadas excepciones de
siempre.
Es por eso
que la campaña nacional impulsada desde hace unas semanas por la COPARMEX contra
los chapulines de la política, merece el comentario.
De entrada
es preciso observar que la campaña es limitada en cuanto a que no hará desistir
a alguien de su nueva aspiración estando en un cargo, producto de una
conciencia remordida; que tampoco hay indicios que hagan pensar que los nuevos
políticos -o intentos de- vayan a beneficiarse directamente al hacerse notar
que los chapulines no terminan una tarea y ya van por otra. No se aprecia,
porque el hastío de la “clase media política” -la que vota por los
perfiles- no es suficiente en México más que para inclinar la balanza en las
contiendas entre los llamados votos duros del régimen de partidos.
En esa
lógica es donde encuadra el hecho de que en todos los partidos se cuecen habas,
que a ninguno -en los hechos- le moleste la crítica por realizar la idea, por
hacer cosas que lleven al desencanto del elector “medio” y a su
posterior abstención. ¿Que hay partidos inconformes? Que alce la mano el que en
su plataforma política planteó siquiera abordar el tema. ¿Qué gobierno emanado
de algunas de sus siglas y en uso de sus facultades propuso eliminar la
posibilidad legal tan criticada cada vez que hay elecciones? ¿Cuál
proyecto-remedo de reforma política le entró al toro por los cuernos?
Con la realidad alcanzando la escena, a lo que más debe aspirar una idea como la campaña de los “patrones”
es a evidenciar y a entender que los dedicados a vivir de los puestos de
elección no se pondrán solitos la restricción, que no se harán el harakiri que
pueda privarles de la posibilidad de mantenerse vigentes en la política y de
gozar de las dietas siempre crecientes para quienes a esto se dedican.
Reflexión
obligada es además la búsqueda de lo positivo en el salto de un
politique-man a otra posición. ¿Aprovechar su experiencia? No necesariamente,
cuando se ve que alguien del ámbito legislativo parte a “novatear” rumbo
a tareas ejecutivas, cualidad quizás no tan drásticamente marcada en un caso
contrario. (Del ejecutivo al legislativo)
No hay que
perder de vista tampoco que esta permisión de la ley de saltar de puestos, pone
en la posibilidad indirecta de ser reelectos a algunos de los que aprobaron la
medida y trasladaron su entrada en vigor para los comicios del 2018, y que se
suponía se quería evitar. Trasladará además como ya ha sucedido, a una “parte”
a ser “juez” revitalizando el binomio de la impunidad que se
cuaja cuando un presidente municipal llega a ser legislador y aprueba
-por no excusarse- su cuenta pública.
De
reconocerse es que amén de que la escena local haya presentado ya su caso más
sonado de la epidemia chapulin con el priísta Pilar Córdova -avalado por Addy
García quien prefirió alinearse para asegurar su futuro aunque no haya podido
hablar “dignamente” del trabajo del petrolero- también encajan en
ella casos como el de la aún perredista Rosalinda López con todo y su latente
muda de piel, así como el del panista Juan Cáceres que cual “huésped de rama
en rama”, buscaba una segunda diputación local y la tercera en su haber por
la vía plurinominal... de manera consecutiva.
Al final,
sostener con la mano en la cintura que la sociedad es la beneficiada con la
posibilidad de que una de sus autoridades vaya en pos de otra posición, es tan
falaz como asegurar que el ejercicio público es garantía de una administración
eficaz. Es negar que en el mejor de los casos los “improvisados” han
logrado superarse, no obstante que su proceso de aprendizaje le haya
costado al erario miles o cientos de millones de pesos; y que en el peor -en el
más común- los grisáceos de siempre explotan sus relaciones y estiran las ligas
para acceder al poder y a sus canonjías: La verdadera escencia de la política… a
la mexicana.