Después... de la bofetada.
Hugo Triano Gómez.
!Y respondió!. Aún haya sido por la tarde
noche, el gobernador de Chiapas Manuel Velasco dio muestras de su “capacidad
de reacción”, al ofrecerle una disculpa pública a su abofeteado asistente
Luis Humberto, como finalmente lo presentó.
Previo al debate de si fue adecuada o no la
forma, es de distinguirse que el sucesor de Juan Sabines entendió que lo mejor
era enfrentar lo ocurrido, romper el silencio.
Claro que el escenario diseñado por el team
Velasco fue el adecuado para él. Cómodo a su máxima expresión, con un libreto
bien estudiado que solo a los ingenuos haría creer que se trató de algo
espontáneo, el Chiapaneco ofreció una cara muy distinta a su dependiente, si se
compara con aquella que le “puso” el 9 de diciembre, después del “incidente
accidental”
En primer lugar y a propósito de su elocución,
hay que decir que efectivamente lo ocurrido es un incidente -todo lo que
pasa lo es- pero ¿accidental?.¿Dónde encaja la posibilidad, el término?.
Un accidente, todos saben, es algo que sucede
por azar, algo no esperado. En un sentido amplio habrá que sostener que todo
accidente es un incidente, aunque no necesariamente todo incidente es
accidental.
Uno -por ejemplo- puede tener un encuentro
accidental con alguien, pues aún y cuando uno fija su ruta no puede hacer
necesariamente lo mismo con la de la otra persona; más aún, uno puede golpearse
o golpear a alguien accidentalmente por descuidos, pero cuando se piensa, se
razona, por muy breve que esto sea, hay premeditación de donde puede derivarse
el dolo que es cuando la malicia -la decisión de dañar o vengarse de alguien-
se hace presente.
Con esto entendido, es claro que lo accidental
del incidente protagonizado por Manuel Velasco encajaría solo en su interés de
minimizarlo…y nada más.
Un segundo elemento notable en el entorno de
la disculpa del güero chiapaneco fue la idea de hacerlo pasar por lo que
hizo.
Pensando sin dudas en el impacto de las masas,
bien valía la pena intentar “devolver” al nivel de iguales a quien
solito se salió de ella. Bien valía el “sacrificio” para seguir
sembrando en los que votan -y en los que se dejen- la idea del joven gobernante
“buena onda”.
Más allá de todo, hasta de “aceptar”
que de verdad puso la otra mejilla, Velasco pareció cuando mucho con su sketch
calificar positivamente para las rattings de Televisa… por aquello de la
calidad de sus actuaciones.
Finalmente, el tercer aspecto que no puede
pasarse por alto tras lo ocurrido es la presencia de la noticia en dicho medio
internacional.
Con las apuestas girando en torno al silencio
que guardaría la maquinaria de Emilio Azcárrraga, Televisa se evitó nuevas,
severas y sonoras críticas. Evitó volverse a evidenciar, a exponerse tratando
de tapar el sol con un dedo. Lo curioso es que una decisión de quien sabe
“usar” los medios -y no suya- le ayudó a salir de la encrucijada.
No hay dudas. Televisa debe estar agradecida con el
gobernador de Chiapas por “enfrentar” el hecho como lo hizo. No importa
que lo haya orillado a un auténtico incidente… accidental.
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