Pellicer . . . Y su canto del Usumacinta.
Hugo Triano Gómez.
Hombre
mayormente admirado. Tabasqueño que sigue impactando, Tabasqueño atemporal. De
esos que hacen falta por aquello de mantener la convicción, de no olvidar la
raíz a pesar de los desacuerdos, las inconformidades y afrentas, es Carlos
Pellicer Cámara.
Hoy
en un aniversario más de su natalicio y en camino ya a la celebración del
centésimo vigésimo, Mass Opinión comparte -difunde- el extracto de una extensa
pieza que hasta donde se sabe, es de las que más orgullo generó en el poeta de
América.
No se trata de la famosa “cuatro cantos en mi tierra”, sí de “El canto
del Usumacinta”, una pieza de 1947 que evoca como muchas veces el naturalismo y el paisajismo que fue definiendo su estilo.
IV
Agua de las primeras aguas, tan remota,
que al recordarla tiemblan los helechos
cuando la mano de la orilla frota
la soledad de los antiguos trechos
V
Y el agua crece y habla y participa.
Sácala del torrente animador,
tiempo que la tormenta fertiliza;
el agua pide espacio agricultor.
VI
Pudrió el tiempo los años que en las selvas
pululan.
Yo era un gran árbol tropical.
En mi cabeza tuve pájaros;
sobre mis piernas un jaguar.
XVI
Ésta es la parte del mundo
en que el piso se sigue construyendo.
Los que allí nacimos tenemos una idea propia
de lo que es el alma y de lo que es el
cuerpo.
XXXIII
Eres el agua grande de mi tierra.
La tormenta dinámica del ocio tropical.
El hombre en ti es ahora la piedra que habla
entre el reino animal y el reino vegetal.
Por el hueco de un árbol podrido
pasa el verde silencio del quetzal.
Es una rama póstuma.
Es la inocencia deslumbrante que nada tiene
que declarar.
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