Compadrecencias: Farsa democrática.

Posted on 9:09 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez


Ser compadres requiere una afinidad, una coincidencia en objetivos. Hacer comparecer por tanto, a un compadre, podría generar o advertir un no deseable problema con él, trátese del asunto que se trate.

Y es que efectivamente, comparecer no es lo mismo que invitar a “alguien” a algo.


Por citar una razón, solo se comparece ante una autoridad o un igual, con lineamientos a seguir, con exigencias y por supuesto con un objetivo específico. Al contrario, se invita a “uno” a “algo” por decisión propia, por gusto, por “buena voluntad”, pero también por conveniencia o necesidad.


De entrada ya se sabe que el Poder legislativo en Tabasco se ubica un peldaño –si no es que más- por debajo de la “figura de poder” del Gobernador, pues pese a los dichos no puede legalmente “obligar” a los integrantes del gabinete a acudir ante la “soberanía popular” aún y cuando lo considere necesario. Por si fuera poco, amén de que las “solicitudes de presencia” al interior del Congreso choco sean consensuadas, tienen que ser al final, autorizadas por el mismo mandatario y bajo el precepto de invitación estipulado, dando al traste con el equilibrio de poderes.


Bien vale ahora sopesar que a una comparecencia -sin duda- deberá acompañarle la seriedad, el respeto y la característica de ser pública que le dotaría de la credibilidad necesaria. Una reunión por invitación, no necesariamente garantiza las 2 primeras cualidades y a la última la extingue cuando solo las “puertas cerradas” y los “afortunados actores” son testigos de los señalamientos, precisiones, reconocimientos, aclaraciones y hasta acuerdos que pudieran lograrse sobre “x” asunto.


Tampoco se trata de pelear en el sentido peyorativo de la palabra, sí de defender posiciones, de pedir y aclarar cuentas. Nadie va a matar a alguien, ni ningún SUPERSECRETARIO irá a algún “matadero” si además se abrieran al pleno los encuentros entre poderes, que no debe olvidarse están -de acuerdo a la teoría- para servirse mutuamente de contrapeso, no para que éste se sitúe encima de aquel, no para que uno sea o pueda ser cómplice del otro.

Siendo justos con la realidad, lo que el Gobierno Granierista pretende con sus funcionarios es justamente evitarles cualquier inconveniente, cualquier molestia o “metida de pata” al momento de la farsa llamada rendición de cuentas, que se buscaría con una comparecencia.


El detalle es que la comparecencia también sería una farsa si se realizara en las condiciones actuales, pues aunque el mecanismo es deseable, faltarían por definir y ajustar sus alcances para no etiquetarla como tal.

A estas alturas, más de uno entiende que poco provecho habrá de dejarle a la “cosa pública” un encuentro amistoso o una comparecencia ríspida y apasionada, entre quienes dicen procurar el bien del Estado y representar a sus electores, si no hay algo más que un show.


Obligación de las partes es modificar los preceptos legales para que de los encuentros entre poderes deriven compromisos reales, tangibles, pues si bien es cierto una comparecencia tendría entre sus objetos aclarar dudas, también lo es que de nada sirve advertir derrroches presupuestales -por citar algo- si no se logra un correctivo, un ajuste sobre la marcha, independientemente de las fiscalizaciones que posteriormente deberán realizarse.


En el asunto no hay mucho que discutir. O se hacen las adecuaciones o seguiremos viendo en Tabasco la sumisión del Legislativo al Ejecutivo, a Secretarios señalados pero poco comprometidos a “aclarar paradas” y con el interés clausurado de revertir cosas mal hechas.
Para que no quepan dudas, las comparecencias de los funcionarios estatales debieran ser obligatorias y realizadas al menos una vez al año ante el pleno cameral, ser públicas y referidas (para que se sepa de que se hablará). Debieran Ser facultad exclusiva de los Diputados e independientes del gusto o no por la idea del Gobernador en turno; más aún, cuando éste tendría que haber dejado desde hace un buen, los encuentros populares a modo de cada año a propósito de su informe de Gobierno del que poco o nada se sabe después.

Los opositores a su vez tendrían un auténtico reto: Prepararse intelectualmente para defender con argumentos su trinchera. Si nada de esto se ajusta, la rendición de cuentas de la que tanta gala se hace seguirá siendo una farsa, letra muerta, refugio verbal de los funcionarios protegidos por el compadre poderoso; o dicho de otro modo, el resultado de una invitación a una “compadre-cencia".

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