De verduleros y lavaderos
Hugo Triano Gómez.
El
“debate de fondo” de la élite política nacional, por el “violentado”
acuerdo PRI-PAN que buscaba evitar una alianza anti-tricolor en el bastión de
Enrique Peña Nieto, es reflejo fiel de lo que no ha dejado de ocurrir en
México.
Y
es que pese a los dichos y presunciones de “constantes avances democráticos”,
la realidad es que en ningún momento los partidos han aspirado, ni aspiran a
reducirse el monopolio del poder; por el contrario, lo que todo este
tiempo ha estado en juego es el control político y económico de las regiones,
del país. Nada más.
Cierto
es que el buen oficio político requiere de negociación y acuerdos, pero
no a costa de lo que sea.
Lo
relevante y verdaderamente grave es que la máscara de mercaderes en la
clase política nacional sigue tan enraizada como siempre. En el fondo, la
política en México sigue siendo modo para mantener privilegios, poder y control
de quienes la mal ejercen; el problema menor es que la gente los considere
ruines, verduleros. A final de cuentas siguen y seguirán sin existir en
el corto plazo, los “mecanismos ciudadanos” para limpiar una deshonra.
En
ese contexto ¿Cuánto puede importarle a los que ven la escena de la sucesión
Presidencial relacionada a lo que ocurra en el Estado de México, las nuevas
cargas fiscales vigentes desde hace 3 meses? ¿Cuánto les interesa la verdadera
reforma política y la búsqueda de alternativas para sanear la cuestión
económica de las mayorías?
Si
se observa más allá de las apariencias, es claro que el problema político
referido tiene muy poco que ver –por no decir nada- con el sentido ético
de las cosas.
Así,
lo grave no es que el PAN haya faltado a su palabra según el PRI para no
aliarse con el PRD en el Estado de México, el problema es lo que se negoció en
materia fiscal en detrimento de la clase productiva.
Es
más, cuando César Nava el líder Nacional de los Panistas acusó a Peña Nieto de
haber “faltado a un principio elemental de la política y de toda actividad
humana” al haber “violado ante las cámaras de televisión el principio de
confidencialidad que regía este acuerdo y muchos otros que se celebran todos
los días en todos los órdenes de la vida pública y privada de este país”
busca desesperada e infructuosamente una justificación al hecho, ignorando que
los asuntos públicos no tienen por qué ser confidenciales, menos cuando se
insiste, lo que está de por medio es el interés económico de sus
“representados”.
Nava
parece ignorar que la confidencialidad de la que habla, se asemeja más a la complicidad
histórica de facciones que mantienen a un país rico en la zozobra.
Razón
tiene el mismo Nava al decir que “no trabaja para su causa personal, que
siembra para que otros cosechen”, en su afán de librarse de las críticas.
Él sabe que estaba condenado a no trascender en su interinato en el PAN.
Beatriz Paredes a su vez hace mucho que se “quedó” en la carrera al 2012
y parece más convencida a seguir saltando de banco o a reelegirse en las
legislaturas -todo por supuesto- para servirle al pueblo
Lo
demás que ha ocurrido solo engrandecerá los acervos pseudo procedimentales y
culturales, de la literalmente llamada “cámara baja” (por aquello del
nivel)
Por
un lado se evidenció que la llamada Coordinación de Diputados Federales
Tabasqueños, no es más que un membrete. Bastó que la Diputada Georgina
Trujillo se declarara respetuosa de las formas de hacer política de su “ingeniosa”
compañera María Estela de la Fuente, para dejar en claro que no habrá para ésta
ni un llamado a reconsiderar posturas y que pese a lo dicho públicamente, en lo
privado quizás avale la aparición de hijos de Giepetto en el Congreso en aras
de ilustrar mejor “la calidad” de los debates.
Por
el otro y como si no bastara con las “orejas del fraude” de Fox, la “Cochi-máscara”
de Rascón y la inolvidable “roque señal” de Villanueva, apareció el “tino”
de la Tabasqueña De la Fuente que con su “Pinocho” a cuestas, apenas y
logró salir del anonimato en el que su propia incapacidad legislativa la ha
sumido. Que pena que la Huimanguillense olvidara tan pronto que apenas días
atrás, “sentenció” que no entraría a los “chismes de lavadero” cuando
se le preguntó si el PICI –el programa contra inundaciones de Tabasco de Manuel
Andrade- debía ser investigado por la presunción de irregularidades en la ejecución
de sus obras y recursos. No cabe duda -querido Pinocho- que en boca cerrada
no entran moscas.
0 comentarios:
Publicar un comentario