Marzo 18: El PEMEX que todos quieren
Hugo Triano Gómez.
75 años después, PEMEX ha demostrado ser más fuerte que cualquier otro septuagenario común y corriente en México. Ello no significa que haya vivido bien, que se encuentre sano o que tenga siquiera expectativas firmes rumbo al ocaso de su existencia.
Ha sobrevivido a la jauría y ambiciones de líderes charros, que cual mal cancerígeno le han explotado hasta la saciedad, “asegurando” incluso el futuro de varias generaciones de sus descendencias. Lo han hecho por supuesto a costa del pueblo, dueño “pírrico” de su riqueza.
PEMEX ha sido causa y efecto de numerosos desastres nacionales. A punto de resolver las debilidades financieras del país, ha contribuido -de nuevo por sus administradores- al empobrecimiento de las masas y a la generación de auténticos monstruos en el sindicalismo Mexicano.
75 años después, sabemos que no fue posible administrar la abundancia, menos extinguir las distancias siempre aceptadas, nunca atendidas de los llamados México(s) opuestos del norte y sur.
75 años después y la clase política nacional no ha “podido o querido” ponerse de acuerdo, respecto a “cómo” había que cuidar a la “gallina de los huevos de oro”; en que había que dotarla de lo necesario para bien vivir, no para subsistir; para competir en el también delineado por ellos, nuevo esquema económico mundial. Lo urgente, lo primero, ha sido siempre gastar sin ton ni son el producto del subsuelo convertido en billetes sea con más o menos ceros impresos, dependiendo de la devaluación en turno.
México es gracias a PEMEX, ejemplo de lo que no debía hacerse con una industria rebosante y con expectativas tan altas, como tenía la petrolera hace años. Vergüenza debiera darle a los impulsores de los Jefes de Estado, asumir como “simples errores humanos” tanto fracaso económico inducido, no bien manejado, en medio del “boom” petrolero.
Basta ver con seriedad las cosas para entender lo que ha ocurrido. No en balde en dicho periodo se suscitaron las más dramáticas devaluaciones económicas del siglo XX Mexicano, abriendo con ello de par en par, la puerta de entrada de muchos connacionales a la cada vez menos selecta lista de los hombres más pobres y “pobres hombres” de la región.
Más allá de Nacionalismos falsos, es de hombres reconocer que resultó catastrófico para la Industria Petrolera Mexicana, “parar” en las manos que paró. Aunque en los afanes de privatizarla-modernizarla bajo el argumento de hacerla eficiente, se duda que tenga que ser mediante su apertura mayoritaria como pueda lograrse.
Para nadie es un secreto que de la Paraestatal, año tras año y elección tras elección, se han destinado carretadas de dinero –por decir lo menos- y cualquier otro recurso disponible y posible para satisfacer las necesidades políticas de los jefes en turno. Hipócrita sería negar el vínculo política electoral-petróleo refiriéndonos apenas al PEMEX-gate.
“PEMEX no se privatiza” se repitió este año, cuando el discurso oficial. La realidad es que las concesiones a la iniciativa privada extranjera y nacional en trabajos propios de la industria, seguirán siendo el “espacio disponible” para la entrada de capitales que no sean del Estado.
Volvimos a escuchar lo necesario que es encontrar las medidas que den mayor efectividad y operatividad al soporte de la economía Mexicana. Medidas que a veces da la impresión, ni sus propios promotores tienen claras.
Que se necesita dejar de ser importador de gasolinas; que se tiene que explorar el terreno de los combustibles “limpios” para poder competir con las nuevas tendencias mundiales; que se requiere tecnología y nueva infraestructura. Sea lo que sea, alguien parece tener razón cuando auguraba que las promesas de la refinería no pasarían de eso, de ser promesas. Cinco años de la definición de la sede del nuevo complejo van a cumplirse, y aunque supuestamente será realidad en el 2017, la queja constante del Gobierno de Hidalgo por falta de acción de la administración federal fue pública y está documentada.
Por supuesto se aducirá la cuestión económica como principal freno de la planeación, pero como ayer, hoy es una realidad que desde el Gobierno siguen defendiéndose a costa de todo -blindando de cualquier crisis y recortes- las grandes canonjías al interior de los órganos de Dirección de las distintas subsidiarias que PEMEX posee, del intocable sindicato y cualquier espacio sinónimo de poder relacionado al marco de acción e interés de los susodichos.
Al final todo parece de nuevo un asunto de voluntad, de razonamiento, de orden, del sentido común tan extraviado. Quizás por ello, muchos –setentones o no- han perdido la esperanza de ver a Petróleos Mexicanos siendo de verdad una empresa de clase mundial.
Tampoco se equivocan quienes ven en la quiebra de PEMEX, la generación de una nueva crisis social y económica para el país. Después de todo y sin ofender a los verdaderos expertos, se sabe también de la existencia de plazas creadas para gente “especial”, sin vocación o conocimientos que cómodos bajo la sombra del árbol, delinean a diario su modus vivendi.
Resta decir que es increíble que a estas alturas, en medio de la siempre citada crisis y en la supuesta era de la rendición de cuentas, los famosos “excedentes petroleros” que corresponden a los Estados -muchos o pocos- sigan siendo empleados a discreción y juicio absoluto del Gobernador y del lugar en turno.
No puede más seguir dejándose tal decisión en manos de estos, por muy “buenos” que se diga que son. No, cuando innumerables Gobernadores han dado muestras que lo que más les conviene o interesa es mantener satisfecha “salarialmente” a su robusta burocracia, dejando de lado auténticas prioridades.
En vez de otorgar cheques en blanco, lo correcto y necesario es obligar a que el “sobrante” se emplee en infraestructura o necesidades de otro tipo, nunca más en fondos perdidos.
Los municipios a su vez, siguen ávidos de una reforma a la ley de coordinación fiscal que les permita incrementar la migaja que por tal concepto perciben. Solo que con actitudes serviles y condescendientes como las que tradicionalmente presentan, será difícil lograr algo.
Ya se advirtió, se exagera en la dependencia hacia PEMEX. Se sostiene: 75 años después, PEMEX ha demostrado ser más fuerte que cualquier otro septuagenario común y corriente. En México, cualquier otro en su lugar...se habría rendido.
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