José Narro: Honoris Causa.
El doctor José Narro Robles recibirá esta noche por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco el Doctorado Honoris Causa, distinción que se ampara en su contribución a las ciencias médicas y al fortalecimiento y defensa de la educación pública en el país, acto que desde un ángulo meramente académico justifica sus razones para otorgar tal merecimiento.
Ya en otras ocasiones me he referido al doctor Narro Robles como una figura emblemática de lo que hoy es el alma universitaria, en tanto un conjunto de valores insoslayables que simbolizan el quehacer educativo. Desde ahí es justamente donde se puede ver al rector de la máxima casa de estudio de este país: La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Su elocuencia y congruencia ha sido evidente en muchos actos donde ha respondido con la voz que le otorga la calidad moral y académica de donde se ha formado; es decir nos obliga a comprender a un país, una patria, una nación que tiene la responsabilidad mayúscula de formar a sus jóvenes desde el conocimiento y desde el humanismo que hoy tanto demanda la sociedad. Es en esa mirada que ha dado a la UNAM, ser la mejor universidad de América Latina y la segunda de Iberoamérica.
También es en esa postura que lo escuchamos en la entrega del premio Príncipe de Asturias a la UNAM, espacio donde coló con dignidad sus primeras palabras las cuales nos rindieron ante el orgullo, al entonar la voz de los universitarios de México: “Represento a una universidad cuyos orígenes se remontan a más de cuatro siglos y medio, que ha sido enclave de cultura y de saber, de defensa de las libertades y de la justicia, además de formar parte de la conciencia nacional”.
Ver a la universidad en ese papel, de historia, cultura y conocimiento, pero ante todo con el carácter libertario y justo para la conciencia de cualquier comunidad, es entender la trascendencia humana de nuestros actos en la formación de vida que tienen las instituciones educativas, eso significa, como él bien dice, poseer la máxima ejemplaridad. Es en ese sentido que el rector apela al derecho a la educación como uno fundamental en sus principiáis de calidad y equidad frente a las desventajas educativas que enfrenta el mundo de hoy.
El rector también fue contundente y aprovechó bien su postura emérita ante el Congreso de la Unión, cuando durante la celebración de los 100 años de la UNAM, reclamó que “el verdadero progreso no se puede generar entre la desigualdad y la exclusión, en medio de la ignorancia y las muertes evitables. Tampoco la sociedad puede prosperar ni vivir en paz con los niveles de inseguridad que nos afectan”.
Fue enfático al decir a nuestros políticos que muchos de los problemas no tendrán solución “si seguimos por el mismo camino, si no se efectúan reformas de fondo, si no se ponen en práctica políticas alternativas, si no se imagina y traza un nuevo proyecto nacional”
Es verdad que muchos han expresado de muchas maneras lo mismo, que cada día en la vida cotidiana los reclamos de justicia y convivencia social son discursos que duelen como llagas sociales; pero ante tales voces que no alcanzan a ser escuchadas, se agradecen aquellas que en cualquier reducto de libertad se entonan con el carácter y la fuerza que da comprender a los desposeídos. Justo ese es valor que tiene la educación y sobre eso invoca el doctor Narro Robles.
Frente a estas palabras, él nos obliga a construir utopías y a caminar sobre ellas, sus discursos son el trazo de una vida digna para todos, donde la educación se convierte en él más certero de los recorridos. Por eso su voz cálida y firme cuando se escucha en los espacios de oportunidad se traduce en un timón bien manejado y su figura se agiganta en el silencio de los que no pueden hablar.
Celebro entonces -como muchos- que la UJAT, que nuestra Universidad, entregue hoy una distinción de tal envergadura… Celebro para bien que este doctorado sea brindado a alguien que sí lleva consigo el compromiso y la esencia de ser universitario.
0 comentarios:
Publicar un comentario