De Urbanidad y añoranzas.

Posted on 21:44 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

"Siempre en cumplimiento de la norma"
Hugo Triano Gómez.



Un tanto en broma, un tanto en serio, pero más de una persona advirtió unas horas después del 6 de Enero, que tras el “maratón lupe-reyes” todo volvería a la normalidad. Con ello, la bondad, los deseos, la amabilidad y la tranquilidad quedarían atrás. Tristemente no se equivocaron.
Bastó una semana. Llegar a la segunda del nuevo calendario para padecer por la “urbanidad nuestra de cada día”. Extrema sinceridad que es solo reflejo de las carencias del mundo pequeño que nos ha tocado vivir.
Ahí están otra vez las faltas mínimas al orden, que cual espiral no hacen más que guiar a quien la promueve y a quien la padece al caos, como si nadie supiera el resultado de la fórmula matemática de que el caos -aquí y en china- solo genera caos.
La combi rebasando por la derecha, el conductor empecinado en recuperar el tiempo perdido sin descuidar su llamada por celular; el otro que tras ser pillado ignora a la autoridad y acelera aún más para tratar de desaparecer de su vista antes de que le sea tomada la placa, eso sí, celebrando internamente su astucia sin reparar -por no darse cuenta- en el peligro que la tarea escapista le ha generado.
Allá va el transbús villahermosino corriendo a todo lo que da. De repente quedó atorado en uno de los callejones de la ciudad. La causa, un vehículo mal estacionado, mitad en la acera, mitad en la vía. La fila ya es enorme. Todos recuerdan y se la recuerdan a la autoridad.
Empieza la desesperación. A media fila, el taxista maniobra. Quiere regresar. Recurre a la reversa pero no hay mayor margen. Entre chillidos de claxon lo logra. No advierte que una señora, una dama de buen talante por cierto y mejor unidad, deambula alegre en sentido opuesto tras superar el nudo que también le atrasó.
¡Carajo!... Y otros improperios dignos de un ardiente día de mayo, aparecen como lluvia refrescante. Pero apenas es Enero y no, no fue el taxista si no la jefa que con la cría al lado muestra el power de su “troka” para abrirse camino.
El colmo de los males aparece cuando la continua es la antítesis del “siga con precaución”. Obligados a una nueva pausa porque los necios insisten en llevar la preferencia cuando no es así, el “chiste de Avenida” registra una nueva congestión. De nuevo todos recuerdan y se la recuerdan a la autoridad.
Olvidan sin embargo –cual buenos deseos- que el principio de la solución a un “problema menor” como el de la circulación vehicular está en el origen, en uno mismo. En la planeación de la agenda diaria, en el correcto empleo de los tiempos y sobre todo en el reconocimiento y en el respeto a la norma, ignorada en el afán de hacer de la falsa astucia una virtud.
Cierto es que sin mayor explicación y de la noche a la mañana, en Tabasco “se acabó el juego” de meter en cintura al ciudadano. Las razones a todas luces se vinculan al interés de mantener la poca gracia que le quedaba a un gobierno debilitado por su quehacer. Pero tampoco se justifica si se piensa que ese podría ser un mínimo legado.
A todo esto la permisividad de la autoridad es igual de dañina que la insensibilidad de los comunes.   
Por eso se extraña al tabasqueño “ennavidado” (sic) quizás más al viajero, al que va a otro lugar y se asume respetuoso de la ley, que sabe portarse como se debe. Justamente esa  muestra hace temblar, pues en franca ironía es ejemplo fiel de que no actúa así en su tierra por decisión propia, porque no quiere o porque simplemente no le importa.
Olvida otro elemento muy simple pero tan importante para el bien vivir: Que actuando así se transforma en su propio lobo, terminando por adaptar la máxima aquella a. . . “choco choquinis chocus”.

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