El patrimonio público en los tiempos del viejo y el nuevo... dinosaurio.

Posted on 23:23 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez.


Utilizar el patrimonio de un estado para beneficiar a particulares o partidos políticos está mal. Es indebido y contrario al interés colectivo. Afecta las arcas públicas y convierte la "administración" en nada más que catorce letras sin significado.
México ha avanzado en materia legal tratando de que eso no suceda, pero aún está lejos de presumir eficacia. La revelación de la Secretaria de administración en Tabasco, Eloísa Ocampo, respecto a que el gobierno estatal “podría” ser dueño de 4 mil inmuebles, así lo demuestra.
Lo demuestra porque en primer lugar no se tiene la certeza del total de propiedades, porque apenas aparecieron en la referida dependencia 700 escrituras; es decir, ni una cuarta parte de las "pertenencias" presumidas.
Amén que el número parece voluminoso, el "arte" de elucubrar orilla a preguntar -mínimo- ¿cuáles, desde cuándo, bajo qué términos y a quién o quiénes se le adquirieron? ¿Cuál fue y es su utilidad pública, si ésta es real, cuál es su estatus y cuánto puede ayudar a paliar la crisis financiera por la que se atraviesa?
¿Fueron justos los montos que se pagaron? ¿Hubo alguna donación, embargo u acto administrativo parecido o paralelo? ¿Los gobiernos del pasado administraron adecuadamente "lo de los tabasqueños" o hicieron gala del derroche y la embriaguez del poder? ¿Dónde están las 3300 escrituras que faltan? ¿Por qué otras tantas están en el INVITAB, si a lo sumo este dispone de las reservas territoriales para la edificación de vivienda de interés social?. Las respuestas más allá de constituir un derecho fundamental de los gobernados en los tiempos actuales, son elementales para comprender la escena.
Es de asumirse también que en la lógica de la prolongada era priísta en Tabasco, "nada de malo" habrán visto en su proceder los gobiernos estatales de antaño, aún así hayan favorecido el uso de los edificios públicos por y para sus afines. Hoy si el primer gobierno opositor y de la “izquierda” en suelo choco hiciera lo mismo, estaría prendiendo el fuego de su propia hoguera.
Ahora que, sin menoscabo de las transacciones legalizadas, el gobierno de Arturo Núñez tiene toda la potestad y las condiciones para reclamar y retirar -para el empleo de la burocracia- los edificios que no tengan regularizado su estatus. Es lógico y hasta de sentido común hacerlo para evitar el desembolso de sumas mayores a largo plazo, entendiendo que una renta siempre va a la alza, nunca a la baja.
¿Por qué nunca antes alguien se dio a la tarea de fijarse en esto? Las inercias y las componendas, sin duda, se relacionan con el abuso del poder y sus consecuencias.
Y es que aunque para algunos el asunto de los edificios del gobierno solo sea anecdótico, el que se exhibe aquí, el que ha quedado evidenciado con él, es el siempre señalado "sistema" PRI-gobierno, el mismo que siempre negó haber actuado en base a sus intereses políticos… y electorales.
Aquí no se puede culpar solo a Andrés Granier, con todo y que hoy sea el villano favorito en suelo tabasqueño, aunque aprovechado las inercias no vendría mal una auscultación para determinar porqué se optaron por seguir pagando montos, en vez de privilegiar lo propio, lo adquirido.
¿Qué el PRI podría perder un estacionamiento y el edificio de su sector popular? Si no hay papelitos que hablen, más vale prepararse para una eventual disputa.
Quien lo dijera, en una esquina su anterior "primer defensor" y en la otra, los que más prerrogativas para satisfacer sus necesidades han empleado en la historia de Tabasco. Una que -créase o no-  por solo tratar el tema…ya es distinta.

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