Las locas del Universo.
Flor de Líz Pérez Morales.
En referencia al Día
Internacional de la Mujer es pertinente dibujar algunas apreciaciones.
Regularmente la discusión de la mujer me relaciona mucho a un texto de la socióloga
Marcela Lagarde "Los cautiverios de las mujeres": Madres, esposas,
monjas, putas, presas y locas; texto que por su polémica vale la pena rescatar.
No podemos negar que
para estas fechas se acrecientan las discusiones acerca del papel de la mujer
en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Sin embargo, más que reflexionar en
torno a esa lucha en la que mucho se ha mitificado la igualdad de las mujeres,
es más interesante debatir justamente en torno a las diferencias. Después de
todo, son esas diferencias como seres humanos las que nos colocan como un
sujeto con una identidad que induce a buscar formas de compresión social.
Al respecto Lagarde
valora el concepto de locura, como el empuje que determina la transgresión
femenina, acto que provoca sus impulsos y decisiones rotundas frente a los demás.
Dice que: “La loca es el sujeto- y no el objeto- y se le juzga por su
transgresión,… su locura es una fabricación concienzuda y difícil de lograr
debido a su complejidad, en tal logro participan la sociedad, la cultura y sus
instituciones. Si el delirio, es el discurso de la loca, entonces el delirio es
el discurso de la sabiduría, de un conocimiento…”
Los estudios de género
hoy dibujan aristas de exploración hacia las mujeres y desprenden signos de
identificación particulares. Visto de esta manera, el rol femenino se tendrá
que entender como producto de una escala de generaciones que emiten su propio
discurso social a través de sus prácticas, concepciones, pensamientos,
condiciones, simbolizan una época y marcan su propia historia, constituyéndose
en sujetos trans-históricos.
Locas las llama
Marcela Lagarde, “porque transgreden y esas transgresiones rebasan los límites
tolerados, cambiantes y rígidos”. Dice esta escritora que: “En esa locura se desestructura
su dependencia vital, se hace cargo de sí misma… Son estas locas las que en su
delirio encuentran y contribuyen a conformar variedades de locura colectiva, de
concepciones y prácticas que al ser parte de un nuevo bloque histórico, se
transforma en no locura… Son estas locas las que deciden transformar el mundo
contraviniendo su papel político de reproductoras de la sociedad y de la
cultura”
Entendemos entonces
que hoy en día la locura femenina está en el marco del respeto y las decisiones
que tiene de sí misma, producto de su marco de identificación personal; ese es
el discurso de las mujeres que se construye en su propia formación educativa,
en el sentido más amplio del término; es decir, en su cotidianidad. Son mujeres
que se forman en la escuela, en la familia, en las estructuras sociales en las se
inserta, en los sistemas de gobierno con los que converge, con las batallas que
sostiene, con las tecnologías que domina, con las formas de comunicación con
las que mediatiza. Son estos procesos educativos los que posibilitan la
construcción de una comunicación que le permite debatir en su realidad. A través
de ellos es como significa y simboliza su interacción como sujeto en el tiempo.
Es a través de la cultura, del espacio donde pervive, donde se forja entonces
una identidad, que en la singularidad de cada una marca las diferencias, que no
es lo mismo que las desigualdades.
La visión de las
mujeres no debe de ser visión homogénea de un grupo social, que se mira bajo
las mismas características, irreductibles muchas veces a una función biológica
o social. Las mujeres en el devenir histórico social hablan de participación
política, de cooperación familiar, de entendimiento intelectual, de compresión
emotiva, de inclusiones laborales, de la apropiación de sus propios cuerpos. Su
identidad en cada uno de estos ejes determina la naturaleza de su discurso
social. Ahí se ve la manifestación de sus ideales, de sus actitudes, de sus
valores.
Esa es... la locura
femenina.
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