Caso notarías: El epitafio del Andradismo.

Posted on 8:47 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

   
Hugo Triano Gómez.


Pese a su carácter bullanguero y amigable con quienes así le convenía, el gobernador Manuel Andrade no fue por mucho -como pregonó- el de las "Soluciones para Tabasco". Afortunadamente para él, la falta de memoria del grueso de los tabasqueños y el gobierno de Andrés Granier, redujeron significativamente los efectos de su papel como el triste protagonista de la novela llamada "5 años más, perdidos en suelo choco".
Empero, un sexenio después, Manuel Andrade tendrá que volver al lugar del que "se salió" gracias a las circunstancias.
El caso notarías, derivado de las que entregó a escasas horas de dejar el poder a familiares, amigos y colaboradores, lo sitúa sin remedio en la historia y no en una que pudiera significarle una distinción.
Andrade ya estaba en la historia por ser el primer candidato ganador de la era moderna en México, al que le anularon un triunfo por delitos electorales; por ser en Tabasco el último gobernador al que le permitieron -tras seguramente auspiciar- que sus insignias, su marca, quedara para siempre en obras edificadas o entregadas, no importa que no funcionaran.
En el caso notarías nadie debe confundirse. El revés fue para Andrade y el precedente sentado por la Corte se opone a su proceder. Después de todo, fue él quien en uso de sus atribuciones discrecionales, se encargó de montar la farsa y de intentar "cubrir las formas" para obsequiar a sus principales alfiles, las notarías del sexenio, premio tradicional otorgado a los fieles… a prueba de fuego.
Cierto es que alguien podría pensar que la práctica era común hace apenas unos años y por tanto  "válida". Menosprecian sin embargo que Manuel Andrade no solo defraudó sus dichos de "cambio" de actitudes -de todo político- sino que perdió también la oportunidad de ser diferente desde la vieja estructura del poder. En pocas palabras, corroboró que fue más de lo mismo.
Lo que la Corte le manda a decir a los tabasqueños amén de buscar el respeto a la ley, es que ningún gobernante, por muy que lo sea, puede seguir abusando del poder, mostrarse inequitativo y parcial ante procedimientos que deben mantenerse fieles al cumplimiento de requisitos.
La coyuntura está abierta ahora para el gobierno de la alternancia en Tabasco. Tendrá que decidir si mantiene o no la facultad de discrecionalidad para el otorgamiento de notarías; si finalmente el proceso se abre un concurso serio, del que el mismo Ejecutivo pueda elegir a los "mejores" para ostentar su representación a través del FIAT o de plano pasa a otras manos -como las del legislativo- la designación en comento. ¿Qué tan dispuesto se está para renunciar a este poder, vestigio de la era del partido hegemónico? Algún día, quizás pronto, se sabrá.
Al final, la conclusión del asunto tiene que ser lapidaria como la resolución de la Corte. Lo que mal empezó con la primera elección anulada en los tiempos modernos de México, terminó mal con el abuso de la ley de parte del gobernador todo poderoso que fue Manuel Andrade en Tabasco.
¿Que Andrade podría tener responsabilidades de otro tipo ante lo que sucedió? A reserva de un mayor y minucioso análisis legal, no parece haber elementos para tal cosa, para pensar en sanciones corporales y hasta administrativas, pues no debe perderse de vista que aunque violando la ley, abusando de su poder y lo que se quiera, finalmente el ex mandatario ejerció su potestad y no mató a nadie, ni se le acusó formalmente de algún otro delito grave, aunado a que la corte ya falló.
¿Qué más castigo puede tener Andrade -al que no le importa mucho lo que piensen de él los tabasqueños- que ver contrariada su última decisión? Si acaso que la Corte más tarde que temprano, le demostró a México entero que en funciones siguió el camino de la ilegalidad.
¿Que si quienes violan la ley? Cierto, los que se envolvieron por la soberbia, los que creyeron que jamás el mundo cambiaría.
Es triste, pero lo que mal empieza, mal acaba. Más, que de nuevo el dicho se haya cumplido. . .en Tabasco.
   

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