Caso Rullán: Las máscaras que caen.
Hugo Triano Gómez.
Al calor de los acontecimientos,
las cosas suelen verse de una manera distinta a como son. Con calma, todos se
obligan a averiguar primero, a procesar y a analizar después, qué fue lo que
pasó y cuáles son sus consecuencias.
Ese es el status al que ahora tiene
que someterse la "sin igual" comparecencia del fiscal superior del estado Francisco Rullán ante los Diputados de la legislatura local
y que inicialmente algunos consideraron un "triunfo" de Rullán.
En primer lugar hay que decir
que lo sucedido a inicios de la semana mayor, fue algo que no se trató
adecuadamente. Y es que si bien el asunto es de la total seriedad, hubo que
recurrir al periódico oficial para tener certeza de que la presencia de Rullán
en el Congreso obedeció al desahogo de una audiencia formal por su quehacer en
el proceso de revisión de cuentas, vinculado a los problemas que heredó la
administración Granier. Los diputados, unos y otros, no fueron capaces de
llamar las cosas por su nombre, al grado de que apenas unos días antes "se
definió" que el
encuentro sería privado y ante la Junta de coordinación política. De haberse
sabido desde un inicio, que había ya un proceso administrativo en marcha,
ocioso habría resultado buscar la apertura de la audiencia.
Ahora que volviendo al hecho de
si Rullán "ganó"
o no, al no responderle a los diputados perredistas sus "inquietudes"
por su trabajo al frente del órgano encargado de revisar las cuentas del poder
público en Tabasco, se aprecian algunas escenas cobijadas con el manto de la
perversidad política.
Rullán -debe tenerse claro ya- mínimo
ganó tiempo para seguir ocultando las explicaciones que aún debe, no para
mantenerse a salvo del intento de cese de sus funciones que buscan las "izquierdas" aliadas en el legislativo y el gobierno de
Arturo Núñez y que parece interesarle mucho al alguna vez seguidor del hoy
gobernador.
Rullán -cuentan algunos otros de
los que estuvieron en la sesión del órgano que controla la cámara de diputados-
fue grosero, soberbio y hasta retador al aparecer ante los "representantes
populares", su jefes,
y de quienes -sabe- depende orgánicamente. Casi casi, como cuando acuñó que se
estaba "cagando del susto"
ante la advertencia de algún alcalde que amagó con denunciarlo por sentirse
perseguido con aquello de las cuentas. Actuó pues como si estuviera aún en la cúspide
del poder, como si quienes favorecieron su ascenso y firmaron su prórroga:
Manuel Andrade y Andrés Granier o su sucesor, estuvieran aún de acuerdo con su
proceder no importa que sea o haya sido injustificado.
La invocación que Francisco Rullán
hizo del artículo 20 constitucional para callar ante las cuestionantes de los
diputados es cosa aparte.
Fue -como se dijo- una manera de
ganar tiempo. No importa que Rullán haya "desperdiciado" su derecho de audiencia en un proceso
administrativo, que haya confundido -incluso adrede- la gimnasia con la
magnesia, o lo que es lo mismo, un procedimiento de este tipo con uno de carácter
penal, al que explícitamente se refiere el artículo 20 en comento.
Dicho de otro modo, su posición
-y él lo sabe- no encuentra lugar, razón, soporte, en el sentido estricto de la
legalidad pues ni se le citó a declarar por alguna causa penal, ni los
legisladores son integrantes del poder judicial, ni desarrollan el papel de un
agente investigador del ministerio público.
¿Pero porqué Rullán haría algo
así? ¿Cómo creer que a tan viejo lobo de mar se le "pasaría" algo de primaria y tan elemental? Lo que se
aprecia en el panorama es que el fiscal "honrará" su dicho de
combatir hasta el final -y por todas las vías- su eventual destitución. Aquí no
se trata de conservar el cargo, ni de la honorabilidad, menos del respeto a la
ley. Es auténticamente una "guerra por la supervivencia…política".
A final de cuentas el "juicio
por la legalidad de su destitución" podría atraer las principales baterías de los administradores
de Tabasco por encima de otros; gastaría esas mismas baterías hasta orillar a
dejar por la paz y sin respuesta la más importante de las interrogantes. ¿Dónde
estaba el fiscal cuándo pasó lo que pasó en Tabasco en los tiempos de Granier?
!Fuera máscaras! Francisco Rullán va por
años de litigio, apelando al cansancio de todos y a la desesperación de las
masas por castigar a los responsables de "su desgracia", desesperación que pesa más sobre quien no
agarra la paloma, que en aquel... que la dejó volar.
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