El tono político.
"Hemos avanzado en las reglas
de acceso al poder, pero no se ha trabajado en la misma medida en las que rigen
el ejercicio del poder”,
fue una opinión expresada por el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez,
en un evento de gobernabilidad y democracia donde fue partícipe de tal reflexión;
la expresión se hace válida quizás no sólo para intimar en la vida política
contemporánea, sino también y particularmente para intimar en la vida política
de nuestro propio Estado: Tabasco.
Hay días que esa política actuada
en la entidad parece decirnos que goza de su cabal desconocimiento. Sin que
haya una mano diestra que acuda a un orden social, sus actores parecen disparar
a todo lo que se mueva, significación que hace clara una situación: La ausencia
de la inteligencia en el ejercicio del poder, eso que toma sentido en las
declaraciones del gobernador de Tabasco.
Lo cierto es que hoy, en el día
a día social, las referencias al respecto hacen evidente que no hay
preocupaciones y ocupaciones por Tabasco y sus ciudadanos; que los actuares y
las pifias hacen emerger un quehacer político doloso, que pierde su sentido
objetivo de regular y administrar cabalmente la vida social de los que vivimos
en este lugar.
En los pocos días de las
acciones de gobernabilidad que se vive en nuestra comunidad parece que el
ejercicio del poder se hace incomprensible. Lo duro se hace evidente. No se
trata sólo de llegar a un cargo público como diputados, o cualquier otro tipo de
funcionarios, sino de actuar responsablemente para un Tabasco que
parece no preocuparle a nadie.
Ahora mismo revisamos el enfrascamiento partidista sobre el actuar de Francisco Rullán Silva como
titular del Órgano Superior de Fiscalización (OSF), eso que indica en su
lectura que no se está analizando la situación en el marco de afectaciones para
un ciudadano inerte, que no alcanza a comprender la forma tan compleja de la
aplicación de la justicia. Todo se asunta en la lucha de poderes de los bandos
y no en el ejercicio que se tuvo del poder. Poco se habla de la historia de los actuares políticos. Eso se olvida con facilidad.
Es curioso, las mismas pautas de
comportamiento causales en el ejercicio del poder del titular del OSF, parecen
normar también a los nuevos actores de la política tabasqueña; es decir, se
discute no por Tabasco, sino para vencer en la guerra. Muy poco se ha aprendido
al respecto.
La mesura y la inteligencia no
entra en los cánones del ejercicio político dado en nuestra región. Esta política
de ayer y de hoy se ha enfrascado en una batalla que nos vuelve -a los comunes- a dejar
indefensos, que saca la cloaca del sistema sin fijarse cuánto se pierde en el
escenario social. Se les olvida que no se trabaja para una ideología
partidista, se les olvida que Tabasco es una prioridad.
Se oyen los gritos, se miran las
aberraciones, emerge lo incongruente, y en la batalla de las discusiones la ceguera
y el olvido se hacen aliadas firmes de quienes llevan el destino de este terruño.
Bajo cualquier forma las leyes y su práctica no están siendo la guía que impulse,
por encima de todo, la detonante del bienestar de los tabasqueños. No es así.
La pugna no es por Tabasco, sino
por una lucha de vencedores y vencidos. Desde ese escenario parecen decirnos “al
traste con Tabasco, al traste con su gente”. Atrás de todo lo anterior se olvida el daño, se olvida la ética
política… perece Tabasco.
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