IEPCT: De escándalos consumados y desapariciones pensadas.

Posted on 7:20 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Hugo Triano Gómez.


Una semana después, el asunto del IEPC está más claro que al inicio. El "manoseo" del caso que contribuyó a la confusión inicial, parece comenzar a quedar sin efecto.
Hoy por decir lo menos, se sabe que la Contraloría interna optó por quedarse lejos...de la severidad.
Y es que la mayor de las inhabilitaciones que plantea en su resolución -por la escandalosa compra de un edificio sobrevaluado destinado a ser su sede- es de apenas 5 años que alcanzaría -eso sí- la esfera del ex Presidente del Instituto y ahora "jurídico" de la UT Alfonso Castillo Suárez que sepultará así su vida pública y al ex Secretario de Organización Carlos Íñiguez. 5 años que parecen poco ante el confirmado atentado al patrimonio del IEPC y que según "lo oficial" alcanza los 12 millones de pesos.
Dicho en otras palabras -y en ambos casos- por cada 2.4 millones de pesos "pagados de más", presumiblemente para beneficio de los que participaron en la adquisición del edificio, corresponde a estos un año de inhabilitación. Más aún, revisando el caso de los consejeros involucrados a través del comité creado para consumar la compra: Gustavo Rodríguez Castro, Héctor Aguilar Alvarado y Jorge Montaño Ventura, lucen beneficiados por la benevolencia de la contraloría interna que apenas y los suspendió por 4 años, o el equivalente en base al ejercicio anterior, a 1 año de inhabilitación por cada 3 millones de pesos que no se debieron pagar. Así de corta podría pensarse fue la resolución.
Nadie ha negado alguna vez, que TODOS los consejeros sancionados y los actuales y anteriores integrantes de la Junta Estatal Ejecutiva tengan el derecho de defenderse, tan es así que se da por sentado que sin excepción se iniciarán procesos de defensa que por obviedad retardarán la resolución definitiva del asunto.
Claro que la cosa "más importante" en todo esto será recuperar el millonario monto, sin menoscabo de la remoción del pleno de consejeros que deberá llevar a cabo el Congreso local en base a sus facultades. Ilógico, absurdo, increíble sería mantener tras la confianza perdida, a los árbitros electorales para que manejen -otra vez- en base a un criterio cuestionado, el recurso que ya emplearon inadecuadamente.
Hay que añadir que las dudas respecto a la sanción para los consejeros que no formaron parte del comité de compras parecen razonables, pero al final -será seguramente- una instancia jurisdiccional la que decida si ha lugar a alguna sanción para ellos o fueron involucrados erróneamente.
Como sea en el IEPC deben extinguirse los vestigios de un consejo que otra vez quedará a deber. Debe someterse a un nuevo proceso de selección total de sus miembros, que se encontraría de frente con el deseo del gobernador Núñez de que sea el IFE el que organice las elecciones locales intermedias. La coyuntura existe ya.
¿Desaparecer el Instituto? Realmente tampoco sería una mala idea. Después de todo, cuando el IET cambió su nombre y sus siglas por unas nuevas, el plumaje -a juzgar por los acontecimientos- siguió siendo el mismo. Baste recordar los señalamientos y episodios peculiares de las gestiones de Leonardo Sala, Stalin Velázquez, Martín Rueda de León, Manuel Argáez y del propio Castillo Suárez.
¿Desaparecerlo? Más que recursos -si no hay cambios de actitud- lo que los tabasqueños se estarían ahorrando para el futuro serían nuevos y mayúsculos bochornos, amén de varios y nutridos dolores de cabeza. Pero fundamentalmente, sobre todo, más decepciones ante un nuevo deber. . .incumplido.

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