Pérez Evoli: Entre la salvación y la tensión del investigado.
Hugo Triano Gómez.
En el rompecabezas que significa encontrar los
elementos para demostrar que Andrés Granier y su equipo actuaron de mala fe
durante su gestión, la declaración del hasta hace poco contralor del estado
Roger Pérez Evoli se torna trascendental.
Si acaso podría compararse en importancia con
la del ex titular del órgano superior de fiscalización Francisco Rullán,
sabedor indiscutible de la manera de hacer las cosas en las dependencias del
gobierno en por lo menos los últimos dos sexenios.
No debe caber duda pues de que los reflectores
estarán hoy al filo de las dos de la tarde en la procuraduría estatal, en donde
Pérez Evoli reaparecerá para tratar de despejar las dudas que la agencia
investigadora tiene respecto a su proceder ante el quebranto financiero ya
largamente acusado en Tabasco.
No hay que ser duchos en la materia para
entender que si bien el contralor pudo ser ajeno al manejo de los recursos que
se investigan por cuestiones mismas de su competencia, ello no significa que no
haya sabido de decisiones y movimientos irregulares; más aún, que no tenga algo
que decir o algo que aclarar.
¿Procedió? Si lo hizo al interior del gobierno
y sus superiores jerárquicos decidieron ponerle freno a sus indagatorias, el ex
contralor podría tener su salida asegurada al final del túnel. Si fue omiso por
decisión propia, por lealtad mal entendida, mal encauzada o incluso
conveniencia tendrá que pagar las consecuencias. Fundamentalmente en el primer
caso tendrá que demostrarlo.
Pérez Evoli estará pues esta tarde ante su
tabla de salvación. Él y solo él, decidirá si la emplea o no. Si colabora en
serio con la averiguación o se mantiene del lado siempre tenso, de los
investigados.
En efecto ¿revisó y vigiló que se efectuaran
las aportaciones, subsidios o transferencias de fondos que el estado o la
federación otorgaron a favor de municipios, entidades e instituciones como le
marca el reglamento de la contraloría? No hay que perder de vista que la
presunta mala distribución de fondos federales como el del seguro popular y el
SUBSEMUN por mencionar dos, son los que mayor avance llevan en las indagatorias
de la PGR.
¿Detectó lo que ahora se descubre?¿Se alertó
tan siquiera? De nuevo tendrán que hacerse
presentes las pruebas documentales, los sustentos. ¿Informó con oportunidad, periódicamente, al
gobernador sobre las evaluaciones de la gestión de las dependencias del
gobierno? ¿Cada cuánto se hicieron? ¿Cómo sostener que todo se hizo bien? ¿hubo
protegidos? ¿sugirió acciones para
corregirlas? ¿Qué pliegos de cargos durmieron el sueño de los justos? ¿De quién
fue la mano que meció la cuna? ¿De quién la orden y por tanto la
responsabilidad mayor?
¿Cuál fue su actuar en la entrega recepción
hacia el nuevo gobierno, que con el paso del tiempo acusó que la información
entregada, fue por decir lo menos, insuficiente? ¿Que tanto sabe de la
afectación de ésta, tras perpetrarse el robo de información clave a la
secretaría de finanzas? ¿Hasta donde llegaron sus relaciones con José Sáiz, quien por mandato
de ley tenía que trabajar muy de cerca con él por diversas razones?
¿Cuántas quejas se recibieron por presuntas
irregularidades administrativas y a cuántas se les dio trámite? ¿Qué papel
desempeñó la contraloría ante la adquisición fraudulenta de un software que
finanzas emplearía para agilizar su modernización administrativa, para la
“armonización contable”? Como se ha
visto –y se sabe- son tantas cosas con las que sin duda tuvo que ver el
contralor Jalapaneco, que no se le augura un día de campo en la procuraduría
tabasqueña.
Quizás también pueda exhibir documentos que
indiquen que la federación validó en su momento las revisiones que hizo,
tratando de restarse responsabilidades. No obstante la posibilidad de contar
con un aval, no extingue la escena de que alguien a nivel federal haya podido
colaborar. ¿Será esta una nueva línea de investigación tras la comparecencia
del ex contralor? Como sea, más le vale ser preciso. Contar lo que sepa, lo que
haya vivido, desenmascarar a quien haya que desenmascarar o en su defecto
prepararse, prepararse para aceptar su buena dosis…de culpabilidad.
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