Inundaciones: Detrás de la marea.
Simplemente no lo concibo, y sin embargo está sucediendo. Por cuarta vez y antes de lo previsto las familias salen huyendo de lo que sabíamos iba a pasar, pero que en algún momento creímos que se podía evitar: la inundación de los hogares. Mucho se puede decir al respecto y hasta el cansancio; lo único claro en todo esto es que el gobierno de Tabasco ha sido capaz de discutir pero no de gestionar.
Ahora mismo vemos nuevamente el drama de muchas familias, camionetas cargadas de objetos caseros y personales buscando el reacomodo de las cosas donde se pueda. A los más ventajosos tal vez les dio tiempo de construir un desván para almacenar durante las lluvias los objetos personales para luego guarecerse en alguna otra casa familiar. ¿Es esta la salida? ¿Frente a esto dónde quedan los excluidos?
El ciudadano común ve, compara, reflexiona en relación a lo que han hecho “los otros”, y simplemente les da como resultado la gran cantidad de disputas estériles entre las instancias que pudieron hacer algo.
Las más recientes inundaciones en Monterrey obligaron a sus autoridades a un trabajo colectivo de gobierno, empresas y sociedad civil; justo desde la perspectiva de los regios la respuesta fue para la emergencia. Nosotros desde el 2007 no nos hemos preparado para la adaptabilidad de los escenarios venideros, mucho menos para gestionar los riesgos. Se le sigue dando vuelta a un asunto que no tiene vuelta de hoja.
En Tabasco ahora mismo se discute si lo prioritario es la gente o la manera de protegerla; todo se presta a un ciclo sin ruptura donde la inercia no dio pie a resoluciones. Se colocan costales, se buscan casas, se levantan muros, se provocan los desalojos sin alternativas. ¿Dónde quedaron los planes?¿Y el papel de los congresistas?¿Y los partidos políticos?¿Y los medios de comunicación? Repitieron hasta el cansancio lo vulnerable que es Tabasco, los riesgos que tenemos al vivir en una zona de alta humedad, pero al respecto qué salida tenemos.
Es verdad que la razón genérica esgrimida ha sido el calentamiento global y el desequilibrio ecológico. La gran mayoría de los medios de comunicación locales no han abordado con seriedad el tema; en el mejor de los casos se limitan a dar los informes oficiales dejando de lado las verdaderas preocupaciones. Ahora si vienen los tiempos de sacar la bandera roja de la contingencia y la rebatinga de las comunidades.
Evidentemente la respuesta es política y no social. Sin embargo, aún cuando esta respuesta sea política, lo que se delinea es la ausencia del Estado.
Lo cierto es que los escenarios venideros no se plantean como agradables, por el contrario, los imponderables serán más. Estamos en un mundo donde cada día los cambios sociales demandan situaciones y respuestas rápidas y no tenemos un gobierno que haya pensado en eso. Nuestras instituciones políticas, educativas y medios de comunicación están acostumbrados a caminar por detrás de la marea y no necesariamente por delante. Se está pensando en el gobierno próximo para dejar responsabilidades, se apuesta a las elecciones, se vocifera en una defensa ciudadana que lamentablemente tiene memoria corta.
No pedimos más que a alguien le importe Tabasco. No se trata de solicitar un Estado benefactor, que por años nos ha hecho mal, sino de un Estado vigilante, que asuma la responsabilidad de procrear alternativas frente a las emergencias.
Cuatro años van que lo que nos acompaña son las costaleras, las camionetas cargadas de cosas, todos jalan para donde pueden y como pueden, no se espera más, es la desesperanza de los alicaídos, de los de cada año, de la sobreviviencia. Si, penosamente ese es el juego que hoy todos jugamos.
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