México 2012-2018: Consumátum Est.
Hugo Triano Gómez.
Contrario a los peores vaticinios, México no está
incendiado tras el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, respecto de la elección Presidencial.
El temor -como muchos- quizás fue infundado, dada
las muestras del camino a seguir por el movimiento promotor de la desechada
idea de la anulación de los comicios, pero era parte de la lógica política
tercermundista de la nación mexicana. En ella, siempre fue "normal"
que el PRI
"advirtiera del riesgo al país" y que desestimara desde el inicio el
planteamiento de algo previsto en la Constitución Mexicana.
Lo relevante tras la declaratoria de validez del
Tribunal Federal es reconocer qué es lo que viene. Si acaso a los biógrafos,
historiadores y analistas sirve seguir husmeando en lo que pasó. Legalmente
todo está dicho, nada va a cambiar.
Ahora mismo, es improbable que el México del 2012
se vaya a incendiar, haciendo eco del llamado a la desobediencia civil lanzado
hace unas horas por Andrés Manuel López Obrador.
La escena ciertamente sería de lo más compleja si
dicho llamado alcanza a las instalaciones petroleras ubicadas en territorio
tabasqueño, pues en cierto grado -dependiendo la acción- exigiría del "primer
gobierno opositor en Tabasco" -el de Arturo Núñez- la aplicación de la ley; si
la desobediencia civil planteada se extiende a la Comisión Federal de
Electricidad, cuando el adeudo histórico iniciado a mediados de los 90s, no ha
podido ser resuelto y si además la escena se reedita en nuevos estados del
país.
A estas alturas parece claro que el gobierno de
Enrique Peña no titubeará en sus intervenciones tratando de ganarse el respeto
que le hace falta.
Minimizar sin embargo a López Obrador, a su
movimiento y lo que representa no es opción para el gobierno Peñista, como sí
lo fue en su época para Carlos Salinas de Gortari que ni los veía ni los oía.
A como están las cosas parece lógico que una nueva
modificación a la ley electoral está por llevarse a la mesa, aunque de nueva
cuenta tendrá poco impacto positivo. Si acaso su objeto será apaciguar más los
ánimos de los encendidos.
Difícil de creer es que las causales abstractas de
nulidad que desaparecieron con la última reforma electoral vayan a volver, por
lo menos con la legislatura actual. De haberlas mantenido -ahi si- se duda que
Peña Nieto pudiera asumir la Presidencia del país el próximo primero de
Diciembre. Baste recordar que cosas "menos graves" a las advertidas ahora en
los comicios presidenciales, sentaron el precedente de la anulación de un jefe
del poder ejecutivo en Tabasco, allá por el año 2000.
Como sea, los promoventes de la anulación de la
elección presidencial que no sucedió, deben sentirse más que robados,
decepcionados. Decepcionados, por que más allá de que el Tribunal no concedió lo
que buscaban, todo quedó reducido a la "no suficiente" comprobación -objetiva- de
los hechos, lo que en la más amplia de las lecturas no significa que lo
denunciado no haya sucedido. "Simplemente" -si se permite el término-
no se demostró a ojos de los magistrados electorales, la implicación de lo
ocurrido con el resultado comicial.
Deberán estar decepcionados por que todo mundo sabe
que "sucedieron" las conductas de siempre -la manipulación de
la ignorancia y la pobreza- y algunas nuevas sin que haya una manera de juzgarlas; decepcionados
por que objetivamente las "malas intenciones" no cuentan, a menos que
sea en un día -no en un proceso- de elecciones.
Dejando en el terreno de la incredulidad el avance
de la investigación por lavado de dinero iniciada contra el equipo del hoy
Presidente electo, es de esperar al 2018 para que la izquierda intente otra vez
hacerse de la titularidad del Poder Ejecutivo en México. Lo hará a través de
los partidos y del "Primer Candidato Ciudadano en la era moderna" y hasta en 2 vueltas, si
no se presentan nuevas traiciones en la izquierda.
Andrés Manuel López Obrador tendría en 2018, 65
años. 1año menos que cuando Cuauhtémoc Cárdenas se postuló por las izquierdas
por 3era vez en una elección Presidencial. 6 menos que cuando Cárdenas
Solórzano se "retiró efectivamente" de la actividad en 2005,
confesando aún a los 71 años que su interés por la Presidencia se había
mantenido vivo.
López Obrador no ganó otra vez, pero
tiene ya hoy paso libre a lo que sigue, amén de tener ya a su favor el
mecanismo para no "pelearse" con su primer opositor formal: Marcelo Ebrard.
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