De los riesgos del hambre en México.

Posted on 8:26 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

   
 Hugo Triano Gómez.


El recién conmemorado día mundial de la alimentación, debiera ser otro de esos que sirven para reflexionar -a fondo-  y  para poner -por fin- manos a la obra. Tristemente todo quedó de nuevo en el deseo.
Y es que hablar de alimentación, obliga a tomar con seriedad las cosas. A dejar de lado la creencia de que la hambruna es solo parte de la ciencia ficción; que eso no pasa en el mundo nuestro de cada día, por muy convulsionado que lo sepamos.
Hablar de la alimentación pues,  es hablar de las  posibilidades de progreso no solo de una nación, si no de una especie; de salud, de vida.
Mientras en partes del mundo tan olvidadas como alejadas del occidente, se pelea y se muere por un "bocado", en ésta es "inevitable" advertir el desperdicio y peor aún, la pérdida de la conciencia respecto a la importancia de la producción.
Con un mundo afectado por el cambio climático el panorama no parece alentador y las expectativas de que los más fuertes problemas se vivirán a partir de 2050, no parecen lejanos en el tiempo y en la realidad. 
En tanto, México ha desperdiciado aquí también una oportunidad y ha acumulado nuevas deudas en su historial.
Visto desde hace mucho como una posible potencia alimentaria, México ha decepcionado a propios y extraños cuando poco ha hecho -desde sus "políticas públicas"- para contrarrestar el altísimo porcentaje de importaciones alimentarias a las que ha recurrido para dar de comer a sus habitantes.
El escenario es tan complicado que según datos del Consejo Nacional Agropecuario, 45 por ciento, casi la mitad de los alimentos que se emplean en el país son adquiridos del exterior, con todo lo que ello significa. Con los problemas de calidad incluidos, no subsanados pese a los numerosos tratados internacionales pactados.
No es fácil revertir la tendencia predominante en el país que se ha convertido en un consumidor por excelencia y ha dejado de ser el productor que llegó a ser algún día. ¿Quién puede negar el poco orgullo y las insuficientes ganancias que deja en la nación, dedicarse al agro, ser campesino?
De poco sirve vanagloriarse de las inversiones históricas que año con año, los gobiernos -sin excepción- pregonan, mientras situaciones como éstas no cambien. El problema es que tampoco se ve por donde pueda venir el golpe de timón. No, si pocos en el país se refieren ahora mismo a ello, olvidando que nada hay más importante que la autosuficiencia.
En México por mencionar algo se privilegió en los últimos años, con todo y que se supone hubo gobiernos federales no populistas, la "inversión social" del gasto público rural. En otros términos, pese a que en la última década los montos destinados al sector se duplicaron hasta llegar a casi 300 mil millones de pesos, la mayoría del recurso se agotó tratando de "combatir" la pobreza, de compensar la marginación de las poblaciones... sus urgencias sociales.
Basta revisar los presupuestos para demostrar que el "fomento productivo" es el complemento, no la prioridad de las directrices; no importa que éste -bien llevado- pueda adoptar matices de una solución permanente y genere condiciones de desarrollo.
Por eso no es errado decir que México está -aquí también- a la vanguardia en montos, en presupuesto, pero rezagado en resultados agropecuarios en su comparación con la mayoría de los países de América Latina.
Por si a alguien no le ha quedado claro a estas alturas, una nación incapaz de producir alimentos para su propio consumo está en verdaderos aprietos. No hay que olvidar que el problema del hambre redunda en más pobreza y ésta a su vez en conflictos sociales. Conflictos que ricos y pobres, tirios y troyanos; tarde que temprano -hayan comido o no-... padecerá.

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