Del ejemplo Finlandés al fracaso Mexicano.
Hugo Triano Gómez.
¿Cuántas veces ha escuchado hablar del éxito Finlandés en materia educativa y ni siquiera eso ha despertado el interés por "averiguar" qué es lo que a ellos les ha dado resultados? El desinterés o la omisión muy probablemente estén relacionados con el fracaso Mexicano, que por desgracia padecemos -todos- quienes aquí vivimos.
¿Cuántas veces ha escuchado hablar del éxito Finlandés en materia educativa y ni siquiera eso ha despertado el interés por "averiguar" qué es lo que a ellos les ha dado resultados? El desinterés o la omisión muy probablemente estén relacionados con el fracaso Mexicano, que por desgracia padecemos -todos- quienes aquí vivimos.
Es
cierto que México tiene que dejar de autoflagelarse cada vez que puede, sacando
a colación sus errores, problemas y desventajas, para poder avanzar en los
problemas que tiene diagnosticados. No obstante cual pensamiento "Saramagoísta", cerrar los ojos ante la realidad constituye una agresión de la sociedad a sí
misma.
Lo
sano es advertir y corregir. La sola identificación de las fallas, no lleva a
nada.
¿Porqué
los niños mexicanos tienen entonces expectativas poco halagadoras para competir
en la escala mundial? Por burdo que parezca habrá que comparar lo que se hace
en el citado país Europeo -el mejor de su continente- y lo que ocurre en la
patria Mexicana.
Más
allá de la reciente publicación de un estudio que busca llegar a las entrañas
del éxito Finlandés, para nadie es un secreto que -en efecto- las medidas
adoptadas han llevado a esa nación a la élite del conocimiento.
Contrastante
a extremo es que mientras en el país
nórdico apenas un 8% de alumnos no terminen sus "estudios
obligatorios" , México
según la OCDE se "mantenga" como el tercer país integrante, con el porcentaje más alto de
"ninis" con 24.4 por ciento. Índice medido en jóvenes de entre 15 y
29 años.
Mención
especial merece la definición de "tendencia estable" que el organismo da al problema en México.
Chico favor hace a las "orgullosas autoridades", que erróneamente parecen conformarse "con
que no haya empeorado el panorama". Y es que tan solo hablar de "ninis estables" es adoptar la mediocridad como forma de
vida y aceptar sin hacer algo, el fracaso de las políticas educativas y
laborales del país.
En
función de dichas políticas públicas, los Finlandeses comienzan el colegio
hasta los 7 años y durante los 6 que dura la primaria, tienen en todas las
asignaturas un mismo maestro. Antes de ingresar a ella, si acaso la mitad de
infantes acudió a una guardería. En los sistemas de evaluación, se evitan hasta
el quinto año las calificaciones numéricas, pues se afirma, se busca evitar el
fomento de la competencia entre los alumnos.
En
el caso Mexicano, se sabe, la educación primaria comienza a los 6 años, previo a
un posible paso traumático por una guardería y el jardín de niños. Los maestros
no son los mismos -casi siempre- por lo que los seguimientos y la estabilidad
que logran los Europeos, acá simplemente es teoría y excepciones a la regla.
Desde entonces se fomenta la competencia, donde más vale el portador del 10 que
el del "modesto"
8, así se haya logrado de una manera poco honesta. El reconocimiento a la ligera, si se piensa bien, es una
bandera de falsedad que va a envolviendo al que la logra, marcando para siempre su vida, sus
relaciones personales y profesionales futuras.
En
Finlandia la educación es gratuita desde preescolar hasta la Universidad,
incluyendo clases, comedor, libros y materiales. La jornada abarca de las 9 de
la mañana a las 3 de la tarde, con "deberes no excesivos para la
casa".
En
México si bien la gratuidad de la educación se ha expandido en los últimos años,
aún mantiene deudas como en el caso de la universitaria; parte
muchas veces de la indigna infraestructura en la que se desenvuelve el llamado "futuro
del país". La jornada
no supera muchas veces la 5 horas diarias -so pena de enardecer a los padres-
que luego batallan por su agotador día y hasta por la falta de conocimientos "frescos" con la "carga
asignada" para el
hogar.
El
éxito Finlandés se ha conocido, se basa en la conjugación de esfuerzos desde la
familia, pasando por la escuela y el uso de los recursos socioculturales. "Los
padres tienen la convicción de que son los primeros responsables de la educación
de sus hijos, por delante de la escuela" , establece el estudio de su modelo. En México
sucede al revés con la obvias excepciones y pese a los dichos oficiales.
Puede
darse por cierto que allá hay "numerosas ayudas oficiales a las
familias" para
conciliar el trabajo y la atención a los hijos; que eso hace posible que en Finlandia el 80 por ciento de
las familias vaya a la biblioteca los fines de semana. En México más allá de
los "apoyos" ¿cuántas familias tienen adoptada esa práctica?
¿cuántos libros leyeron para acabar pronto, los jefes de familia para predicar
y fomentar el ejemplo?
México pues debe tener claro que mantener el estatus quo no le llevará a ningún lado nuevo. Lo mantendrá rezagado, pobre, sin ser capaz de auto emplearse y menos de sobresalir en el orbe. Como quien dice, simulando que ha mejorado o vanagloriándose ante quienes están peor que él. Como el tuerto..que en tierra de ciegos, se siente el rey.
La disciplina como herencia cultural es en México la antítesis de lo que sucede con los Finlandeses. La cultura del aislamiento acentuada allá, contrasta con las ganas de no estarse quietos y solos del mundo occidental. Se suele olvidar que estudiar requiere seriedad y de tiempo; la fiesta, en lo absoluto. Que en el exceso, el caos no tardará en aparecer.
Como ya es de suponerse, el factor económico no es determinante del éxito. Los Finlandeses solo lo corroboran.
En México el rubro sigue siendo apoyado significativamente hasta situarse entre los de "mayor inversión". Como en otras áreas, el problema estriba en cómo se gasta el dinero.
En México si bien, según la OCDE, se redujo el gasto público del 23.4 al 20.4 del año 2000 al 2010, lo grave es que 9 de cada 10 pesos son invertidos en la nómina magisterial, dejando la inversión en el educando en los niveles más bajos de quienes conforman el organismo, hasta llegar a 2 mil 875 dólares por alumno, siendo que quien más recursos destina a este respecto es Suiza, con 14 mil. Resta decir que en Corea del Sur -otro ejemplo exitoso en educación- apenas y se invierte poco más del 50 por ciento en gasto corriente.
Inevitable resulta referirse a los maestros, que amén de desprestigiar ellos mismos su profesión, acá parecen operar al revés. Mientras en Finlandia los "mejores docentes" se ocupan de los primeros años de enseñanza, por creer en la importancia de "las conexiones mentales que estructurarán toda una vida", acá se tuerce el árbol cuando se deja al alumno no en manos menos experimentadas, si en algunas no "mejor preparadas".
Mientras en México la evaluación de los mentores sea un asunto de discusiones y el sindicalismo ejerza tal presión que sea capaz de echarla abajo o detenerla, el éxito se mantendrá lejano. Baste ver que en el país nórdico referido, ser maestro posee la más alta estima ante la capacidad mostrada por los aspirantes que se han sometido a las consideradas pruebas más difíciles del país, pero también por la sensibilidad social exhibida, tan extraviada en el país nuestro.
Es cierto que el problema social de despedir maestros "incapaces" o "no tan bien calificados", suena de una magnitud apocalíptica para un gobierno; no obstante hay que tener claro que quien no desee prepararse y ofrecer resultados cualitativos, no puede mantenerse en una estructura de semejante naturaleza. El daño suena -ahí sí- a autoflagelación consentida por el gobierno, que debe ser el último capaz de aportar grandes soluciones a los grandes problemas.
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