Informe Goldstone: Ser o no ser.
El pasado cinco de noviembre, por fin, la asamblea de naciones unidas aprobó la resolución que envía al consejo de seguridad (órgano mayor de la ONU), el informe Goldstone relativo a la ofensiva militar en Gaza de enero y diciembre pasados.
Como se sabe el documento acusa a Israel de la muerte de centenares de civiles en Gaza, del uso desproporcionado de la fuerza y de fósforo blanco, de violar las leyes internacionales durante la ofensiva militar contra Hamas. En el mismo se exige una investigación seria e independiente en un plazo de tres meses, so pena de poner a disposición del Tribunal Internacional de la Haya a los jefes militares.
La postura oficial de Israel, respecto de la resolución de la asamblea de la ONU fue de arrogancia y menosprecio.
Para Israel, la resolución nada tiene que ver con la realidad. El informe es un documento “parcial, sesgado y elaborado de forma antiisraelí”,sentenció. Es más, con total arrogancia y a través de su ministro de asuntos exteriores, el estado hebreo afirmó su política de exterminio palestino, al indicar que continuarán "defendiendo" la vida de sus ciudadanos ante los calificados por ellos como ataques “terroristas”.
Finalmente aseveró que confía en el tradicional veto de su aliado, el imperio “demócrata” Estadounidense para que el informe Goldstone no sea aprobado en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Sin dudas tales declaraciones corroboran los análisis de intelectuales no oficiales en el sentido de que es costumbre que el estado hebreo siempre que es centro de críticas recurre a refugiarse en el escudo del antisemitismo, edificado mediante el “holocuento” producido a través de propagandas falsas y exageradas desde el final del conflicto mundial del 39-45.
Aseverar que se trata de un documento parcial y antiisraelí, obedece sólo a la moral hebrea, que es radicalmente distinta a la del resto de las naciones del orbe.
En efecto, solo el estado hebreo puede afirmar que los 1400 humanos, en su mayoría civiles asesinados en Gaza, eran víctimas inevitables de la guerra contra el terrorismo y no seres asesinados sistemáticamente.
Igual arrogancia se advierte cuando el gobierno Israelí afirma que continuará en su lucha contra lo que él, unilateralmente estima terrorismo.“Terrorismo” palestino que no existe, pues algo debe quedar claro a los desinformados occidentales; la lucha palestina es todo menos terror, es una resistencia nacional armada al desalojo violento y por ende forzado de un pueblo fósil, respecto de otro, cuya estancia en las tierras milenarias de medio oriente es previo a la invasión iniciada en las primeras décadas del siglo XX a instancia de ciertas potencias europeas.
El menosprecio es patente cuando sin descaro, el gobierno Israelí apela a su fiel aliado. Cuenta con el hecho previsto de que dicha potencia ejercerá su derecho de veto, para evitar la ejecución de la resolución.
Los expertos estiman esto último incuestionable, no obstante hay que esperar, pues sin sobrestimar la administración del afroamericano que encabeza el capitolio en Washington, no cabe duda que aquél debe pensar bien la postura que ha de asumir en nombre y representación del imperio; especialmente ahora que al menos en el discurso, el emperador pretende recuperar el liderazgo “moral” que su nación presume haber tenido en el mundo.
Por otro lado, si bien no se trata de un factor de peso -al menos en apariencia- el emperador designado hace poco premio Nóbel de la Paz, está obligado moralmente a decidir si veta o no la resolución de la asamblea de la ONU, con base en el humanismo, no político ni dialéctico, sino en el verdadero humanismo, aquél que permite ver a la criatura más sencilla como una maravillosa creación del ser supremo.
De optar, por no vetar, estaría si no consolidando el liderazgo moral de su imperio (discutible desde luego)si al menos actuando en forma mínimamente coherente con lo que pregona en sus discursos, el “defensor de los sueños de la humanidad” y precursor del nuevo “liderazgo moral” estadounidense.
La moneda está en el aire, el dilema es patente, apoyar o no apoyar al tradicional aliado en medio oriente a cambio de qué.
En el primer supuesto, el líder afro, estaría consolidando los apoyos económicos y políticos de gran peso que representan las bendiciones y apadrinamientos por parte de las agrupaciones sionistas, pro israelí, no sólo en Norteamérica, sino alrededor del mundo; no obstante perdería credibilidad a los ojos de los no hebreístas, sería lo mismo que todos: un medio, una marioneta, cuyos hilos tiene una mano dueña de sus movimientos, de sus decisiones.
Por el otro, el panorama sería adverso para el emperador, no habría tal apoyo y apadrinamiento, es más, si llegara a constituirse en un verídico obstáculo, para los planes sionistas y pro Israel en medio oriente podría estarse gestando un escenario del tipo Hamlet (El estado devorador de su propio monarca).
No obstante, mientras ello sucede, el líder de Washington, se consolidaría no ante el poderoso pero sí ante la opinión pública mundial; ante quienes ya no desean guerras por tantos años de sufrimiento, ante quienes luchan a diario por una solución pacífica y bilateral del conflicto más sangriento y añejo que se conozca en la historia moderna, incluidas las guerras mundiales.
La moneda está en el aire, ¿podrá un solo hombre en la intimidad de su pensamiento, de su intelecto, vislumbrar una decisión verdaderamente de alto estadista?, ¿podrá un solo hombre interponerse a la marea que constituye una ideología milenaria-teológica que alimenta una lucha de dominación, encabezada por un pueblo ególatra?
Es verdad, los hechos hacen presumir que con todo y el nombramiento de líder de la paz, quien encabeza al imperio vetará la resolución que no representa más que un pequeño esfuerzo de resistencia diplomático legal; esperemos ser sorprendidos, de lo contrario, sabremos ya lo que vendrá en los siguientes años, más de lo mismo, más guerras, más invasiones.La más próxima: Irán, archienemigo de Israel… y por ello del “decente” mundo occidental.
Religión, Independencia y Unión.