Batalla Ciudadana.
Flor de Líz Pérez Morales.
En
el marco de la Semana de Juárez, la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
(UJAT), dio inicio a sus actividades con la conferencia magistral “Cultura y
Educación Pública en México”, impartida por el periodista y crítico Raymundo
Riva Palacio, nombre de una ponencia que atendió más a la revisión de la
cultura democrática en México y no propiamente al asunto de la educación.
Evidentemente
las aportaciones juaristas en la vida política de este país son siempre
respaldas en una educación que debería ser la garantía del actuar ciudadano,
sobre el orden y la disciplina que nos conduzca a la civilidad.
Tomando
a Juárez como una figura emblemática que lleva consigo los valores reformistas,
esta jornada se convirtió en el impulso que dio pie para que Riva Palacio
puntualizara en el escenario mexicano y sus nodos, en una revisión emergente
donde justamente lo político entró como el barómetro para medir el sistema
político mexicano.
En
un país donde no se lee y por tanto la reflexión crítica no fluye como una
respuesta de retroalimentación, las reflexiones de Riva Palacio encajan para
hacer algunas consideraciones obligadas.
“Somos
una cultura relacionada con la <>, somos una sociedad
<>, de ahí que la política ejercida en el país sea la del
escándalo, como la del narcotráfico” , acentuó el analista. Es en este marco
donde el México de hoy dirime sus circunstancias políticas, que hablan de un
Estado que ha perdido su equilibrio, pero donde principalmente sus
instituciones polarizan en el conflicto y no en el consenso. La pugna entre
partidos, entre candidatos, entre instituciones, malversa evidentemente todos
los asuntos de la democracia.
Nada
se hace pues por allanar el camino y si para perder la confianza ciudadana,
porque justamente se está sembrando en una vida pública de batallas campales.
La repuesta es clara, tal parece que no nos pudiera asombrar o asustar la
hostilidad entre las “instancias de la justicia”, ese accionar que provoca la
muerte y deja a su paso a los ciudadanos
comunes en la indefensión, pero lo más grave que deja a una sociedad perpleja
que no sabe cómo actuar.
Sobre
este panorama la apuesta es preguntarse ¿Qué tipo de nación tenemos? ¿Qué tipo
de gobernantes dirigen el accionar del país? y ¿Cómo es el engranaje del
sistema político en México? Sin embargo, la reflexión social para tales
preguntas es ausente, vacía, porque justamente somos una ciudadanía que no
puede o no quiere asumir el debate público. No tomar esta postura, deja
entrever según Riva Palacio, “la evasión de la responsabilidad, lo que
significa no pensar y no actuar en consecuencia”.
Quizás
lo dicho por Riva Palacio sea lo menos relevante, porque no dijo nada que no
supiéramos en la experiencia cotidiana, lo que sí es relevante es el escenario
demarcado para nuestro país en ese otro papel que es el de una sociedad alejada
de su función vital que es la participación. Es decir, hablamos de un ciudadano
que no ejerce, que no conoce, que no distingue, porque está muy alejado de esos
principios juaristas de una educación garante del actuar social que permita la
civilidad de su comunidad.
Mucho
se ha trabajado para conformarnos en una sociedad sin respuesta y sin claridad
sobre la desolación social, manifestaciones evidentes de que el país y sus
ciudadanos evitamos el riesgo de decidir qué hacer.
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