Los ruidos y la ética de la visita papal.
Hugo Triano
Gómez.
Como muchas cosas del quehacer diario, se suele ver
lo que en esencia no es fundamental. Se opta por ser enfático en lo que podría
ser curioso, tal vez interesante, pero de nuevo secundario. Se distrae así,
cual modelo de la comunicación, la atención del auténtico mensaje haciendo uso
consciente y hasta inducido del ruido.
Es cierto que periodísticamente resulta obligado
recurrir a cuestiones como los “conteos” para
saber cuánta gente acudió a un evento de la magnitud de la visita papal del fin
de semana; advertir cosas como los desmayos de los fieles que sucumbieron ante
las inclemencias del calor, incluso “levantar”
testimonios de quienes aporten elementos que “otros” no ven.
Es válido por tanto que hallan “aparecido” esas voces que hablan del “poco carisma” que advierten en Benedicto XVI –en la comparación
con Juan Pablo II- hasta el hecho de que
algunos interesados pongan con su sola declaración, en entredicho el poder de
convocatoria real del “nuevo papa”. Empero,
la cuestión a la ética surge cuando el mensaje que atiende cosas verdaderamente
importantes se pierde –por atender lo otro-. Es ahí cuando vale la pena
repensar el papel y la actitud asumida por los medios de comunicación.
El Papa no vino a vanagloriarse de lo que es y no
es; no recurrió –como siempre- a las loas propias y ajenas, lo que da valor a
su discurso; se ubicó en el centro
de la problemática del país que visitó y lo hizo en apego a su fe y a la de
millones que la secundan. Fue preciso
al hablar de la esperanza, como una alternativa para enfrentar flagelos tan
complicados de "resolver" como el narcotráfico, la corrupción y la pobreza. Convocó a la humildad cuando subrayó la necesidad de
recurrir a la ayuda divina para contrarrestar sus efectos en las familias
mexicanas, que son las de todos.
Brilló con luz propia cuando apeló a la gracia para
ayudar a todos a lograr purificar el corazón; ese que se vuelve el lobo del
propio hombre cuando envuelto por el odio y el hambre de poder, del amor a lo
material, hace a uno capaz de todo. Capaz de vivir en la incongruencia, siendo
uno en la vida pública y otro en la privada.
La asignatura no es sencilla. El corazón puro del
que habló Benedicto XVI en México es tarea diaria y de todos, hasta de los que
se rigen aún por egoísmos históricos y teóricos.
Quienes ven un desatino en la negativa de la
estructura del Vaticano para reunir al Papa con los afectados por la
pederastia, deben revisar al menos el mensaje heredado para los sacerdotes de
actitudes improcedentes.
Quienes ven implicaciones político-electorales en
la visita pastoral son los mismos que en el fondo defienden el estado de cosas
o en su defecto los minimizan o aíslan, sin hacer algo más. Para ellos también
fue la invitación de purificar el corazón.
Quienes
esperaban “milagritos” con la visita
papal deben mejor poner de sí para lograr que el milagro auténtico de la conversión, florezca en ellos primero, para dejar de ser de aquellos que prefieren ver la paja en el ojo ajeno, antes que
la viga en el propio… encontrar.
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