La oscuridad de las cuotas: El candil del FMI.
Hugo Triano Gómez.
Nadie
puede negar a estas alturas que la economía globalizada, con todo y que haya
sido impuesta, requiere de la confluencia de esfuerzos; no obstante apelando al
sentido común, el hecho de que México -una nación tercermundista por
determinación principal de quienes lo han administrado- apruebe incrementar las
cantidades que aporta al Fondo Monetario Internacional, es un asunto de
escándalo.
Lo
es porque en medio de la turbulencia económica mundial, como si no tuviera
lastres que resolver, México se asume a sí mismo como una nación capaz de “sacrificar” sus prioridades, con tal de
convertirse en el primer país que acepta de facto las nuevas cuotas del organismo. Ni Estados Unidos con su
predominancia en el Fondo lo ha decidido, optando mejor por la cautela.
Es
de escándalo cuando se piensa en que los 14 mil 37.7 millones de dólares que el
gobierno mexicano desembolsará en adelante para mantenerse en el FMI son
equivalentes a 175 mil millones de pesos, o lo que es lo mismo, a lo que se
destina anualmente en conjunto a sectores como la Secretaría de Seguridad
Pública Federal, la SEDENA y la SEDESOL, encargada por cierto de combatir la pobreza.
Es
de escándalo, pues es claro que con ese monto se edificaría el Plan HídricoIntegral para Tabasco; se construirían programas
anti sequía para el norte y quizás hasta se podría desarrollar ciencia, con sobrante
de recursos.
Es
de escándalo cuando se piensa en el beneficio efectivo –no de mote o de fama
pública- que dejará “invertirle” tal
cantidad al órgano que Christine Lagarde le “ganó”
al “mexicanísimo” Agustín Carstens. Cuando
se pregunta ¿Qué le dejará al país el “sacrificio”
a la hora de la toma de las decisiones?
Pírricamente,
una vez que la Cámara de Diputados
avale lo que ya decidió el Senado, México “aumentará”
su participación en el Fondo Monetario y –dicen- también su “poder de voto” en los asuntos
macroeconómicos que ahí se discutan. Ocupará ahora el lugar catorce, ya no el
dieciséis en el que se encuentra actualmente en función de su número de
representantes y que en honor a la verdad distan mucho (muchísimo) de poder
revertir alguna tendencia o de incrustar, por su mismo peso específico, alguna
que le genere dividendos reales a la nación.
Si
acaso lo que le permitirá será una mayor capacidad de contratar préstamos, en
virtud de que los montos a financiar son directamente proporcionales a las cuotas
que se aportan –no importa que nunca se paguen- o lo que es lo mismo, al tamaño de la economía
de quien “abona”.
Con
lo que sucederá, México seguirá en la eterna deuda, pero también siendo llamada
una “economía pujante en el mundo”, no
importa que al interior muchas opciones de desarrollo sean eso, opciones, si no
que falacias.
El
FMI no tiene ni por asomo por que sentirse incómodo, pues a iniciativa de los
mexicanos ayudará a los países europeos en crisis –como Grecia- a solventar sus
problemas y sus malos manejos financieros, no importando que el gobierno mexicano de ahora, sea
considerado un auténtico candil de la calle… y oscuridad de su casa.
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