De mujeres...a las soledades femeninas.
Flor de líz Pérez Morales.
Casi nunca escribo acerca de las
mujeres, en una fecha donde se habla y se aceptan las loas, razonadas y hasta
sin sentido. No lo hago aún siendo mujer porque no me siento en una lucha de
géneros, sino simplemente como un ser que establece su identidad en los marcos
que la vida me ha impuesto. Sin embargo, no puedo dejar pasar la oportunidad
que brinda la fecha para simplemente recordarnos el camino que hemos trazado.
Es verdad que regularmente para
identificarnos marcamos fronteras generacionales, biológicas, ideológicas,
posturas sociales; todo eso que nos establece como diferentes a los “otros” porque en el otro lado están los contrarios
a “nosotras”, esos, los
hombres, rasgo de la institucionalidad que nos ha diferenciado y clasificado en
dos grupos sociales.
Es en este marco de identidad
donde me parecen mucho más sustanciales todas las reflexiones que abordan y
dibujan los rostros que nos definen en las diferentes circunstancias del tiempo
que nos toca vivir. A decir de esto, empecemos por repensar en eso que llega a
nuestros ojos y oídos, como casos de singular propiedad.
Leí hace poco que la cantante de
Barbados, Rihanna,
regresó con su antigua pareja, justo cuando hace más o menos dos o tres años
ella recibía una golpiza por el mismo hombre que ahora vuelve a interesarle. El
planteamiento en aquella ocasión, a la hora de explicar el problema se tornaba
complejo, cuando yo misma me preguntaba cómo una joven en las circunstancia de
la cantante, se permitía en nombre del “amor”, que un tipo como aquel violentara de la
forma más vil su cuerpo.
También leí en los diarios, la
manera en que una joven en nombre de la “fe” cristiana había buscado el suicido, junto
con un bebé, llevando consigo su sobrino; la pregunta para el caso fue ¿Dónde
perdimos el rumbo de la razón?
En la misma tonalidad supimos,
mis alumnos y yo, sobre la pugna que establecieron algunas mujeres con un
partido político, con el fin de hacer valer sus derechos en la igualdad de
géneros para participar en
las contiendas políticas. Para el caso la pregunta planteada en la discusión
fue ¿En los procesos democráticos, qué tan significativa se torna la identidad
de género?
Desde el ángulo donde ahora
mismo abordo estas reflexiones y los casos en los que he particularizado se
puede entender y comprender a las mujeres en la conciencia de seres humanos y
no necesariamente se definen en la identidad del género; son los rasgos de
sujetos sociales que no alcanzan a comprenderse y asumirse como seres
complejos, cuya naturaleza social se transforma en el día a día; en las
circunstancias propias de nuestro tiempo actual, ellas no se apropian del valor
y si de sus miedos, como seres desconfiado, cuyos sentidos son sometidos al
escrutinio de las emociones desbordadas y se debilitan frente a la
inteligencia. Es como si la noción de reflexión frente a las circunstancias les
fuera negada, y se encaminan sólo con la preponderancia de los sentidos, como
si no distinguieran la soberanía de la inteligencia.
Lo peligroso del asunto es que,
justamente en ese gobierno emocional, el rumbo de la identidad femenina no precisa en sus propios
marcos de referencia y conduce de forma transversal a la crisis, no de
identidad, sino de los propios seres humanos, que tornan frágiles los
escenarios de convivencia con el “otro” o los otros.
Frente a esto, es razonable
entender por qué una chica como Rihanna aún en la opulencia de la vida, se
sitúe en la violencia; marco que no exenta el fanatismo de la religiosidad que
no logra explicar el valor de la vida y por el contrario permite la violencia.
Es decir, lo que está en la reflexión no es la identidad del género, sino la
identidad-rostro social femenino que no encuentra rumbo.
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