PEMEX 2012: La historia de siempre
La
noticia del despilfarro y de la injustica en PEMEX no es nueva, de hecho data de muchos años. Su relevancia
es real, aunque en el horizonte haya pocos indicios de que las cosas cambiarán.
Hablar
pues de las canonjías que PEMEX mantiene
para beneficio de sus administradores y de quienes deben servirle -no servirse
de ella- es abordar un aspecto inadvertido en las “declaraciones” de quienes tendrán que lidiar con la cuestión en el
corto plazo, cuando asuman la Presidencia del País.
En
paralelo aunque los miles de trabajadores petroleros lo nieguen, no puede
ocultarse el dejo de injusticia existente en la medida que dota a sus
sindicalizados activos, jubilados y hasta sus viudas de “prestaciones” escandalosas, que alcanzarían más de 86 mil 500
millones de pesos –equivalentes según ciertos cálculos al avance en la
construcción de una refinería- no importa que dichos montos sean otorgados bajo
el concepto de “apoyos para combustible”.
En
otras palabras lo que se ha hecho siempre es beneficiar a un sector –el de los
trabajadores y administradores- con el que se supone es patrimonio de TODOS los
mexicanos. Una lógica severa lleva a la conclusión de que son ellos y los
administradores de la nación –nadie más- los que verdaderamente gozan del beneficio directo
de la industria petrolera. Todo cubierto bajo el mismo manto de la innegable presión
política, cercana, cercanísima al chantaje y del contubernio histórico entre el
poder y la cabeza sindical.
No
en balde se ha dicho apelando a un
nacionalismo genuino que lo peor que le sucedió a la industria petrolera fue terminar en las manos que terminó.
La
situación dista por obviedad de ser sencilla. Tanto que podría justificar la
omisión de los Presidenciables sobre el tema. Seguro es que casi cualquier
amago de algún aspirante a los Pinos por “remediar”
la fuga de capital de la paraestatal, le generará el rechazo masivo; incluso
aún ganando, adoptar una medida de “reingeniería administrativa” podría poner en
riesgo la estabilidad del país.
Y es que la
fuerza del Sindicato no está a discusión. Carlos Romero Deschamps y su
estructura casi centenaria pueden en un tris descarrilar la -pese a todo- industria
más poderosa del país, generando conflictos mayúsculos en el sector económico
mexicano.
Empero
es cierto que PEMEX no cristalizará anhelos superiores mientras siga así. No
podrá ser altamente competitiva, ni servirá para lo que se diseñó mientras obedezca
a intereses sectarios.
El
caso de la CFE es similar. Mientas los altos ejecutivos y los trabajadores del
sindicato no paguen su servicio de energía eléctrica, la escasez de recursos
para mejorar la cobertura y para mantener sus instalaciones prevalecerá; las
deficiencias de todos los días “gritarán”
presente y el mote de “empresa de clase
mundial” seguirá siendo una falacia, un slogan para hacernos reir… en vez
de llorar.
0 comentarios:
Publicar un comentario