Sucesión 2012: Lecturas y ecos del debate presidencial II.
Para
quienes siguen ávidos de nombrar un “ganador”
tras el debate entre los Candidatos a la Presidencia en México, hay buenas
noticias. Sí lo hay.
Desafortunadamente
para los seguidores de Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel
López Obrador y Gabriel Quadri, no fue ninguno de ellos. No al menos si se
atiende el delicado asunto-exigencia de la seguridad en el país.
Es
este quizás el tópico que más conceptos tangibles mereció de parte de los
Presidenciables en el encuentro del domingo. También el que menos diferencias
evidenció.
Hablar
por ejemplo de la Pre-liberación de reos por la simple idea de descongestionar
los penales a como hizo Peña Nieto, es cuestionable en función de la
nula-escasa readaptación social que logra el sistema penitenciario en México. Es tan peligroso como retirar de
la cuarentena a alguien infectado de algo, sin tener certeza de su cura
definitiva. Es exponer de nuevo a los inocentes, a los votantes, a las expectativas
de vida de quienes incluso han optado por delinquir como forma de vida.
No
se niega tampoco que el candidato en comento haya planteado primero la
contemplación-revisión de los casos, pero presentar como “prioridad” el anti hacinamiento de las cárceles puede dar al
traste con cualquier intento de hacer bien las cosas, amén de materializar
nuevas injusticias.
En
contraparte la aparición de una iniciativa hecha realidad en países como
Estados Unidos para que el gobierno federal mantenga el control exclusivo de
los penales de máxima seguridad y que en los de menor peligrosidad la iniciativa privada intervenga luce harto-interesante.
Lo parece porque supone la ansiada mejora de instalaciones y “ahorros” a las arcas públicas que
podrían emplearse en otras áreas vulnerables como la falta de “inteligencia”, aunque de nuevo se corre
el riesgo del círculo vicioso si no se vigila y controla adecuadamente a
quienes corran el riesgo de “invertir” y
dar el servicio en la materia. Corruptelas
administrativas y que deriven en nuevas fugas por relaciones comprobadas debieran
tener sanciones EJEMPLARES. Y de eso nada se habló.
Vázquez
Mota no aportó algo más que la insistencia en su dicho de no pactar con el crimen organizado; en la de castigar con
pena máxima a los políticos relacionados, siendo que en el proceso penal podrían
alcanzarla. La pena de muerte a secuestradores que hace poco abanderó el partido
verde –aliado del PAN en el pasado y del PRI ahora- simplemente se esfumó, no
existe, ni siquiera valió la pena contemplarlo, aunque el clamor popular
indique por lo menos la obligación de revisar el extremo episodio.
Nadie
habló tampoco de devolverle su valor al servicio militar nacional, al
adiestramiento y menos del derecho de todo mexicano de proteger su vida y su
esfera por sobre todas las cosas.
Afortunadamente
ninguno habló de la legalización de las drogas como opción para enfrentar el flagelo. Habría sido revelador que
alguien defendiera bajo el argumento de siempre la mariguanada de alto nivel de la que aquí se ha hablado.
Que
López Obrador haya reconocido que el ejército debe quedarse en las calles hasta
que las policías sean confiables y se erradiquen los vicios que generan la inseguridad,
fue quizás la cereza en el pastel. Es como se dijo, en este rubro donde mayor
convergencia hubo y donde “sin querer
queriendo” los debatientes –los cuatro- le dieron la razón al citado verdadero triunfador del debate, el
mismo que seguro sonrío, escuchando que nadie osará retirar al ejército que el
envió a las calles tan pronto lleguen a relevarlo: Felipe Calderón.
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