Sucesión 2012: Lecturas y ecos del debate presidencial.
Hugo Triano Gómez.
Ante lo sucedido anoche, la
reflexión es obligada. La búsqueda sin embargo no es limitada, es de una que
nos lleve más allá de afirmar que tal o cual candidato fue el “ganador”. Después
de todo el ganador se supone es quien fue sometido durante 2 horas a los
planteamientos y a las promesas de los cuatro aspirantes a la Presidencia en México,
incluida su retórica y los señalamientos-acusaciones hechos entre sí.
En el encuentro de ayer hubo
desde cosas normales hasta unas que parecieron fuera de lugar. La aparición de
una edecán con tremendo escote al inicio del encuentro podría encajar en la
segunda lista y aunque podría tener una explicación netamente mediática, se
entiende alejada de la formalidad de un encuentro como el que aquí se comenta.
El nerviosismo inicial de la
mayoría de los aspirantes podría inscribirse a su vez en la primera definición:
La normalidad. La falta de respuesta puntual de los presidenciables a los
planteamientos hechos por los “notables” escogidos, también.
Y es que no puede perderse de
vista que un ejercicio como el debate, en realidad busca sumar hacia uno u otro
bando a los electoralmente considerados indecisos y a los que interesándose en
el tema carecen de elementos informativos suficientes para “abrazar” una opción
política en el entendido de que la decisión electoral se respeta en este país
en la extensión de la palabra. Los miles de incondicionales, por conveniencia o
convicción hacia cualquier proyecto, no son en lo más mínimo objeto de los
mismos.
Lo ya comentado hace lógico que
la atención se centre –como sucedió- en la expectativa de qué obús presentarían
López Obrador o Vázquez Mota contra Peña Nieto, el aventajado en las encuestas
sin más fundamento que la “simpatía” rumbo al primero de Julio.
¿Cuántos de los votantes en
estos nichos habrán visto el debate?¿Cuántos de ellos habrán captado la
coincidencia discursiva de todos por distribuir de mejor forma los recursos públicos?
¿Cuántos habrán entendido las afirmaciones respecto a las siempre citadas
reformas estructurales y las “diferencias” entre modernizar y privatizar Pemex?
¿Cuántos habrán tenido el marco de referencia necesario sobre los temas desarrollados, para hacer un juicio
cercano a lo que se considera correcto?¿Cuántos habrán notado que ahora los que
aspiran a suceder al Presidente Calderón no hablan de retirar de las calles al
ejército, llegando al cargo para enfrentar a la delincuencia organizada?
Para acabar pronto ¿Cuántos le
habrán dado seriedad al encuentro más allá del look que estrenó la panista, las
canas que lució el priísta-pevemista, las actitudes del izquierdista y la
estilizada definición política del neoaliancista? Por el bien del país, con
todo y lo que significa la paradoja de escoger a alguien para ungirlo en la
investidura “más debilitada” en la última década en México, ojalá...que muchos.
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