La Universidad imaginada.
Flor de Líz Pérez Morales.
La disertación presentada en el
Primer Informe de Actividades del Rector de la Universidad Juárez Autónoma de
Tabasco (UJAT), José Manuel Piña Gutiérrez dio cuenta de un año de trabajo. En
el discurso se dejó en claro que de acuerdo a los datos presentados la
institución se encamina a cumplir en forma con los procesos deseables, exigidos
por una diversidad de organismos que trazan y determinan los rumbos de las
instituciones de educación superior en el país y en el mundo.
En el marco de una explicación más
detallada que otros informes, la UJAT mostró sus avances, lo que de forma
significativa evidenció con claridad dos acciones principales que muestran su
propia relevancia; por un lado, el trabajo realizado por los investigadores de
la universidad, y por el otro, el desarrollo en la infraestructura educativa.
Sin embargo, lo que difícilmente
se ha podido mostrar en un informe es rendir cuenta de cuál es el trabajo
esencial que se hace de fondo en la tarea de formar sujetos sociales que
llevaran la investidura de una profesión, más cuando estos profesionistas tendrán
la labor de incidir en el desarrollo de una entidad que ahora mismo se
encuentra en el paroxismo de las discusiones sociales y políticas, y que por
ende demanda más que nunca la necesidad de tener y dejar en claro hacia dónde
vamos con nuestros estudiantes universitarios.
Es en este marco donde un
informe universitario expiaría su esencia social, quehacer que en la construcción
de la formación técnica conlleva su responsabilidad humanista.
Ningún rubro de lo informado
despejó la noción de una universidad que se conciba en su agudeza crítica, por
tanto, que se asimila en la propia autocrítica, de ahí que sea capaz de innovar
y renovarse a sí misma. En ese ámbito no se dijo nada.
En esta última tesitura es quizás
donde pudieron entrar las preocupaciones del Gobernador de Tabasco, Arturo Núñez
Jiménez, y que en la oportunidad que le brindó el Consejo Universitario, para
la clausura del informe, éste de forma sugerente delineó lo que mucho
estudiosos han reflexionado en torno a la universidad, en ese papel primario
que debe tomar y tener la academia para presidir acciones con el conocimiento
llevando de la mano de los valores humanos.
Vale la pena entonces, en este sentido,
acotar y analizar en relación a una frase que ilustra en mucho lo que los
universitarios escucharon de Núñez Jiménez: “…no es problema del gasto, es
muchos más que una rendición de cuentas; es una cuestión de ética y del mundo
que le heredemos a los jóvenes”. Sobre su propia reflexión buscó el amparo de
la historia y la filosofía para explicar y definir lo que se aspiraría de los
universitarios; con particular precisión el asunto lo inscribió en un proyecto
social que abone al impulso de “la cultura democrática” con especial énfasis en
eso que establece un claro vínculo en el “Tú y Yo”.
Es en esta última frase donde el
asunto se torna complejo. ¿Está preparada la UJAT para responder en estos
terrenos, cuando no hemos escuchado nada que nos diga algo al respecto? Cómo
hacerlo cuando nuestras preocupaciones académicas han estado orientadas en los últimos
años a capacitar para el desarrollo de una ciencia ausente de su valor humano.
Tenemos un modelo educativo que enuncia las habilidades técnicas, pero no
denuncia en la realidad su compromiso social.
¿Dónde está el proyecto docente
que informe sobre cómo estamos en esa tarea? ¿Cuáles son las acciones tomadas
para apuntalar una institución sobre esa naturaleza? Es cierto, los números
notifican avance, pero eso no necesariamente connota los atributos humanistas.
No tenemos un proyecto que dialogue entre el Tú y el Yo. No se trata sólo de
impartir asignaturas donde los estudiantes difícilmente hacen suya una filosofía
de vida, porque la propia docencia no les embona, es decir, el mundo académico
y el mundo social nunca se asocia a su vida cotidiana.
Sobre esa mirada entenderíamos
que un proyecto social universitario, como el reflexionado por el Gobernador,
apunta una responsabilidad de gran envergadura; eso que muchos estudiosos de
las sociedades actuales discuten al querer comprender lo que los tiempos
actuales exigen de la universidad en un papel más activo, como mediadora
social, como formadora para la ciudadanización, pero ante todo como impulsora
de una educación que alimente fructíferamente la verdadera participación
social.
Se trata, tal vez, de accionar
sobre un papel rector de la universidad frente a la debacle de las
instituciones políticas, lo que se asumiría en la dirección de la ética para
los ciudadanos desde la universidad. Ahí donde los otros están fallando, la
universidad tendría que empezar a construir y a renovarse sobre una ciencia y
conciencia para la humanidad que nos lleve a una mejor convivencia. En otros términos,
plantear una nueva forma de gobernar para la comunidad.
Nada fácil el papel que delinea
el gobernador para nuestra universidad: enmendar y encaminar a la UJAT en los
rumbos de la formación para la gobernanza del ciudadano tabasqueño. A tientas
parece una verdadera provocación para comprender sobre lo que de verdad implica
el concepto de gobernanza desde la educación... un reto que ya muchos habían
olvidado.
Nada fácil el papel que
delinea el gobernador para nuestra universidad: enmendar y encaminar a la UJAT
en los rumbos de la formación para la gobernanza del ciudadano tabasqueño. A
tientas parece una verdadera provocación para comprender sobre lo que de verdad
implica el concepto de gobernanza desde la educación... un reto que ya muchos
habían olvidado.
0 comentarios:
Publicar un comentario